Si. -Sentenció la referente Dakota sin pensarlo ni dudarlo. Armada con su bolso, también con su intranquilo paso seguiría a tanto mono como pequeña señorita. Dejarles pasar por su territorio era un gran paso, mientras se afianzaba en su postura recta aunque no por eso menos juvenil después de todo Elu era a secas una jovencita.- Ahi iremos, que Gaia nos proteja ¿Te enfrentaste al enemigo alguna vez?

- ¿Vendrás con Cham Cham? -Alzó sus delineadas cejas, esbozó una sonrisa y nuevamente agradeció a los dioses por permitirle tener a su lado a una compañera en esos momentos de duda y adversidad.- De acuerdo, las pistas me han traído hasta aquí, pero a su vez, me llevan a una dirección lejana. -Dijo enfocando su mirada a un punto lejano, entre las montañas y el enorme terreno árido que colinda con frondosos bosques, llanuras, lagunas y oasis.-

*La joven Cham Cham caminó a prisa, llevando su largo boomerang con ella y siempre segura de su instinto y las pistas que ha recaudado a lo largo de su viaje.-

¿Un enemigo? -Con firmeza pregunta, claro esta, pregunta con firmeza porque ha oído bien sus palabras. Sabe que los enemigos de una cultura parecida son los mismos, no duda que es el hombre blanco y extranjero el que ha cometido grandes agravios contra su tierra. Ella frunce el ceño, mientras alza su puño muy segura en señal de aprobación.- Nada de regalos, ni mas charla. -Al grano como siempre ella se muestra muy preocupada por lo que acontece, tanto que los colmillos de la loba se hacen presente con suavidad para encarnar con fiereza contraria, no esta enfadada con ella- Recuperaremos tu reliquia, y destruiremos al ladrón.

- Simplemente una pequeña ayuda, busco a un enemigo que se ha atrevido a robar una reliquia sagrada de mi pueblo. Usted me entenderá que no es sensato provocar la ira de los dioses, después de todo, ellos son más sabios y ven las cosas más claras que un humano en común. -Mencionó la joven guerrera, tomando la mazorca de maíz criollo que envuelve en sus brazos con gran cariño.- He de agradecer éste bello gesto, Paku y yo podremos comer un poco del bendito maíz que madre Tonantzin nos brinda con sus vírgenes tierras. El maíz es bendito, delicioso y podremos hacer alguna tortillas o pequeños panecillos con piloncillo de la caña de azúcar. Gracias, éste es un regalo precioso que cham cham nunca olvidará. -Agradecio la joven posando su bello lugar en la mujer Wendigo-

del primate. Ella sostiene con cuidado el pliegue de su falda para arquear su cintura y tomar la banana, extraño fruto que jamás ha visto pero su color llamativo parece ser muy vivaz. En gala de su educación noble y salvaje, usaría su mano libre para hurgar en su bolso extrayendo un dorado elote aún con unas hojas verdes. Un justo intercambio entre ella y el mono que debería recibir con gran honor. Elu suspiro, mientras alzaba sus ojos color miel a ambos forasteros.- ¿Que puede ofrecerles esta joven Dakota? ¿Alimento? ¿Calor de fogata? ¿Historias?

Jaguar de Jade. -Le nombra una sola vez, ella recordará y atesorara el nombre de la apodada mujer. Ha oído con serenidad sus palabras, cosa que es mucho decir al hablar de los estrictos Wendigo, coincide que los espíritus le han puestos juntas para algo y esa es la razón de porque su furia no se ha disparado ante la armada mujer.-

Ya veremos entonces que nos deparan los espíritus...-Ella respeta a los cambia formas ajenos los Garous, y a pesar de terca parece guardar las viejas tradiciones hospitalarias de su pueblo (cosa olvidada, incluso para los Wendigo). Inevitable que sonría ante el amable ofrecimiento...

- Tienes razón Elu Canción de Paz, mi nombre es jaguar de Jade, pero todos me dicen Cham Cham. -Mencionó en el mismo acuerdo a la exótica joven, colocando el largo boomerang de tallados finos, adornado con piezas de oro y obsidiana en los contornos.- Mis ancestros vinieron aquí hace mucho tiempo, quizá en alguna búsqueda, al igual que Cham Cham ha venido aquí y te ha encontrado, quizá los dioses nos han unido por alguna razón, después de todo, sólo soy una humilde guerrera jaguar.
-De pronto el pequeño mono se aproximó a la joven Elu, otorgándole una banana que siempre traía consigo en caso de que se requiera, quizá dándo a entender la verdad de sus palabras y su estadía en el lugar.- Paku, basta, no debes molestarla. -Dijo la joven esbozando una afable y tierna sonrisa.-

-Reacia a los extranjeros, recelosa y cuidadosa de sus secretos. Le oyó nombrar seres (posiblemente espíritus) que desconocía totalmente, y que jamás había oído hablar sin embargo, la Madre Gaia es sagaz conforme ha cambiado el tiempo. Elu se cruza de brazos, caminando hacia la criatura de tierras lejanas. Le observo con tranquilidad, mientras que bajaba sus brazos hacia los lados de su cintura- Te aventuraste en las viejas tierras de los Dakota, pocos extranjeros tienen el honor de contar historias luego de haber pisado este suelo manchado de sangre- Mi nombre es Elu Canción de Paz. -Le dijo con firmeza, una media sonrisa se posó en sus labios. Sonaba casi a desafío al verla tan a la defensiva.- Baja tu guardia, si hubiera querido atacarte ya lo hubiera hecho.

- Todo, y a la vez, nada, porque solo venimos de paso, pues éste cuerpo es prestado y regresa junto con nuestra madre tierra Tonantzin. -Respondió la joven y exótica guerrera, manteniendo una prudente distancia entre esa joven de piel morena y larga cabellera oscura.- Como expliqué antes, no pelearé contigo en las benditas tierras de tus ancestros. Mi enemigo es otro, y es a él, a quien debo atacar, porque un guerrero jaguar siempre es fiel y jamás se rinde ante la adversidad, la muerte le espera a quién se atreve en dañar a los hijos del viento de Quetzalcoatl y a los hijos guerreros de nuestro padre de la guerra Huitzilopochtli. Sus pistas, me han traído hasta aquí, y quizá a tierras más lejanas, inexploradas o peligrosas.
-Raudamente se posicionó en defensiva, sin la clara intención de atacar a esa joven que poseía un código de honor y un fuerte vínculo entre sus ancestros y sus costumbres.-

extranjera no emanaba un feo aroma, sino uno calmo. Además, estar acompañada por un animal (por más que sea desconocido para ella) le daba tranquilidad. Elu alzó la voz, como buen poeta guerrera-

Los extranjeros nunca vienen con paz ¿Que te hace diferente?