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—¿Jacob Collier? No lo conozco. ¿Alguna recomendación? — dijo sin prestar mayor atención; aquel tiempo previo perdido con el gato le había dejado algo somnolienta por algún motivo. Tomó el dinero, y regresó el cambio preciso cómo haría con cualquier otra persona. Justo cuando estaba por dar alguna frase típica cómo ‘’Gracias, vuelva pronto’’, escuchó cómo el joven mencionó a su abuela. Cualquier rastro de sueño desapareció en ese instante; abrió sus ojos y le observó ahora sí con mayor atención, mientras enarcaba una ceja.
Un tenue rubor se hizo presente en su rostro, acompañado de la frustración de no poder recordar su nombre, pero sí, podía recordar vagamente aquel incidente; ahora entendía porque le parecía familiar de algún modo. — Mi abuela está bien, de hecho, se fue a un crucero. Ya tiene un par de meses fuera. — sonrió, — ¿Y usted cómo está? Que curioso que luego de tanto tiempo pase por aquí. —
D1578340 · 31-35, M
Se encimo sobre el mostrador al notar la presencia del minino; los gatos siempre le parecieron animales bastante exóticos e interesantes, por lo que perdería el ritmo de la escasa conversación.— Si, Laufey. —Su atención volvería con la muchacha al notar como el animal se perdía entre la mercancía, le notó algo molesto.— ¿Es tuyo?, al parecer no es muy sociable. — Sacó del bolsillo trasero del pantalón la billetera y de esta un billete mientras sonreía

— Laufey y Jacob Collier son mi esperanza en el mundo.

Cruzó su mirada con la opuesta y no pudo evitar sorprenderse por la tonalidad del color de ojos, le parecieron bastante llamativos, nunca había visto un verde como aquel.— ¿Cómo está tu abuela?, hace un par de años pase por acá y me ayudaron con un paragua. —Dejaría el billete cerca a ella y después tomaría el refresco para destaparlo, esperaría que el gas saliera antes de beber.
(...) Pero cuando escuchó cómo la mercancía golpeo contra el mostrador, reaccionó. Sacudió levemente su cabeza y posó nuevamente la vista sobre aquel sujeto, y prestó atención a sus palabras. — ¿Laufey…? Oh, ¿la conoces? Sí, es una canción de ella. Me gusta mucho. — una tenue sonrisa se dibujo en el rostro de la pelirroja, mientras dejó ir al animal. Tomó el producto, y rápidamente lo coloco nuevamente en el mostrador. — Su total es de **,**. ¿Efectivo o tarjeta? —
A pesar de estar distraída jugando con aquel felino, logró escuchar cómo la puerta de su local sonaba, cómo cada vez que alguien entraba o salía del local. Esto le hizo prestar atención a quién ingresaba al instante. No era alguien familiar; hablando de clientes habituales y vecinos, pero había algo que le resultaba conocido. No le tomó mayor importancia, quizá sólo le recordaba a algún otro cliente esporádico. Había tanta gente que a veces era imposible recordarlos, o, mejor dicho, ya no ponía tanto empeño en ello.
Continuó acariciando el lomo del gato, tratando de no incomodar con la mirada al cliente, pero terminó totalmente distraída con aquella actividad. Era un día más de flojera y relajo, a pesar de estar en el trabajo. (...)
D1578340 · 31-35, M
Detuvo su caminar al escuchar ciertas notas y tono de voz; aquella canción le era familiar por lo que no pudo evitar desviar su camino en dirección de la construcción de donde provenía, sorpresa sería la suya al recordar la tienda; quizás habían sido algunos años, no lo recordaba del todo; cruzó el umbral vistiendo solamente una camisa del tipo vaquera junto a unos pantalones y botas oscuras; la música provenía de la tienda; conocía perfectamente la canción y a la artista.

— ¿Laufey?, Buenas tardes.

Se detuvo en el pasillo de la tienda frente al mostrador y observaría a la jovencita de cabellera cobriza, era la misma cabellera que recordaba; miraría luego en dirección de los refrescos y tomaría una de las latas, Pepsi. volvería frente a ella para apoyar el refresco sobre el mesón mientras le miraba, aparentemente ahora había un gato, no le extrañó, sin embargo no mencionó que ya le conocía, pensó que quizás no le recordaba y no venía al caso.

— ¿Cuanto es?
— No eres de por aquí, ¿cierto? Ya conozco a los gatos del vecindario y tu eres nuevo. —
Comentó la joven mientras se recargaba en el mostrador, observando al felino a una distancia prudente. Disfrutaba en demasía la compañía de estos animales llenos de elegancia, aunque su abuela no le dejaba quedarse con uno, no le prohibía alimentar y cuidar a los callejeros. Aprovechando que el animal se encontraba tranquilo comiendo, trato de inspeccionarlo, al menos visualmente en búsqueda de alguna herida o llevara algún collar en caso de tener un dueño.
GatoLoco · 31-35, M
MMMIIIIIAAAUUUUUU!!!!!

*Tras que la dama se había tomado la molestia en atenderlo aun sin realmente tener obligación con aquel felino, del cual ni era su dueña, el gato al contemplar esa comida especial para su raza de animales, ni tardío ni perezoso se dispondría a comerse lo que estaba servido en el plato gustosamente, ya con un comportamiento mas tranquilo y relajado, posiblemente por eso mismo, al menos como agradecimiento, no agrediría a la dama, cosa que era muy raro, tomando en cuenta la mala fama de problemático que este llevaba con su dueña original y alguna que otra persona con los que se había topado en su camino*
Rio divertida ante la reacción del felino. Sabía que ese pequeño derroche de afecto no duraría mucho. Aun así se atrevió a tomarse su tiempo de ir a uno de los anaqueles de la tienda y tomar un sobre de alimento para gatos, el cual vertió con cuidado en un plato desechable que tenia bajo el mostrador, colocando entonces frente al animal cual ofrenda. —Buon appetito, gatto. —
GatoLoco · 31-35, M
*Al momento de que sienta las caricias de aquella hembra, el gato pela los dientes, para verse completamente rudo, y se nota su agresividad cuando se le eriza su pelaje, sin embargo, por muy agresivo que fuera ese felino, tenía ciertas debilidades especificas, por lo que cuando escucha la invitación a comer, aquel gato asienta con la cabeza*

MMIIIIAAAAA!!!!!!!

— Gatto, ¿estas feliz? ¿quieres comida? — Uno de los placeres en la vida de Carmina era engordar a los gatos del vecindario. Se sentía dichosa y hasta honrada de poder oír al felino ronronear, -sabe perfectamente que muchos gatos no lo hacen con facilidad- por lo que se mantiene dando caricias en el lomo del animal.

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