—No es tonto tu papá. Bueno, a veces, pero yo solo puedo decirle así —bromeó mientras lo abrazaba y acariciaba suavemente la espalda del cachorro, sonriendo feliz por aquella dulce reacción que tuvo hacia con ella—. ¿Me extrañaste mucho? Porque yo sí.~

—Estaba tan emocionado que no pudo hablar, restregaba la cara en su pecho entre risas. La felicidad era tanta, que dos mechones de su cabello formaron orejas de zorro, él ni cuenta se dio—
¡Al fin el tonto de papá te dejó salir!

Ver la reacción de su cachorro menor le hizo sonreír ampliamente que hasta los colmillos mostró. En verdad los extrañaba mucho, y nunca dejó de pensar en ellos.

Extendió los brazos para poder recibirlo, acurrucando a su pequeño entre su pecho además de repartir una serie de besos sobre su cabeza, finalizando con suaves caricias a lo largo de la espalda del menor.

—¿Me extrañaste mucho, Caín? Aquí está mamá para darte mucho amor. Todo el amor que te debía.

Mamá... —Quizá tardó más de lo debido, pero el insistente aroma le parecía tan real que lo obligó a despertarse. Al inicio se quedó helado, ¿quién lo estaba tocando? Dio un respingo, listo para saltar sobre quien fuera, así se tratara de una de sus hermanas o de su padre... Pero... ¿Era ella? Sus ojos se abrieron como platos y se le fue encima, no a golpes, si no con un gran abrazo— ¡Estás aquí!

—Annette no es mala, es dulce y siempre está preocupada de ustedes. Es una buena hermana y Lilith, tu gemela no es para nada tonta, todo lo contrario. Quizás ambas tengan su carácter, después de todo son mis hijas... —comentó lo último entre risas, manteniendo las caricias sobre los rizados cabellos anaranjados—. Siempre serán mis cachorritos, aunque estén gigantes.

—Dado que estaba en cercanía de las flores, su aroma no le alertó para nada. Fue hasta escuchar un poco su voz, que sintió que estaba alucinando entre sueños— Netti mala... Lilith tonta...

Apareció en el lugar tal como lo hacía su ex esposo, había aprendido ese "truco" durante su eterna estadía en el infierno. Aprovechó de sentarse al lado de su cachorro para dejarle suaves caricias en los cabellos, sonriendo por lo tan parecidos que eran.

—No debes pelear con tus hermanas, al final de cuentas lo único que tendrás a tu lado será tu familia. Ellos son para siempre, pequeño Caín.