No importa … lo que me hagas a mi… con tal de que lo dejes tranquilo. – La presión a su cuello y la falta de aire dificultaban no solo el habla, si no su tiempo de reacción. Seguia sin entender que hacía ese ser ahí, pero estaba claro lo que quería. Si usarla a ella bastaba para desviar su atención, aunque fuera por un momento, le daría el gusto.

Un quejido ahogado por forma en que su cuello era apretado no alcanzó a escapar ante el corte en su mano. La caída, sin embargo, si le hizo quejarse por lo bajo. Vio el corte en su mano, ¿esperaba que escribiera así? Pero alegar o distraerlo no sería de ayuda, por su amenaza era latente.

Paso dos dedos sobre su propia herida, y poniéndose de pie, fue que escribió lo solicitado en la pared. Le miraba siempre de reojo, por sobre el hombro. - ¿Con esto basta? – Sabía que no, la idea era simplemente hacerlo enfadarlo más, que saciara su sed de sangre, de violencia.