En el silencio nocturno, envuelto en el humo de su cigarrillo, dos figuras se encontraban frente a frente dentro de aquella habitación. Jin, un monje guerrero, lleno de sabiduría y destreza marcial, y ella una frívola vampiro, una criatura de la oscuridad seductora y sagaz. Sus miradas se entrelazaron en un duelo invisible, cada uno evaluando al otro con cautela y fascinación. Con mirada penetrante y su rostro sereno, emanaba una tranquilidad innata, ocultando la intensidad de su determinación. Sus ojos reflejaban la chispa del ingenio y la astucia. Con una voz impregnada de calma, como el viento que susurra entre los bambúes, habló con cautela:
— Y es por eso que te propuse negociar antes que nos interrumpieran. ¿Qué quieres obtener de mi, qué quieres ganar? Antes de plantear el juego, estaría bien que expongas tus demandas o exigencias. —
