/Tampoco buscó separarse en demasía, cómoda se encontraba de por sí, aunque una de las manos se alza para brindar mimo a la mejilla contraria, además de una risita.

Porque estoy feliz, eso es todo... ~

— Pese al beso que sus bocas compartían, Nana percibe la sonrisa de esos suaves labios y como un reflejo, sonríe también. Procura no alejarse mucho al preguntar casi susurrando.—

¿Qué sucede? ¿Por qué sonríes...?

/Entre más tiempo pasara, más se perdía en la grata sensación de estar unida a esos labios, a esa mujer tan única a sus ojos. Como si ansiara responder a ese silencioso deseo de Nana, se apegó lo más posible, sin dejar esa suavidad tan disfrutable que tenía el par. Aunque, una sonrisa pudo escapar, esa suave mano en su mejilla fue un encanto instantáneo.

—La calma del entorno era perfecto, en contraste con el feliz alboroto que incrementaba por dentro de Nana. Sus labios se acostumbraron con gusto a la sensación y la calidez de Carmen, queriendo mantenerla un poco más. Es por eso que una de sus manos se queda reposando en su mejilla, tomándole con cariño. —

/Los labios de Nana eran tal cual los había imaginado tantas veces, tenían un dulzor que superaba al de cualquier otro dulce, tan suaves que resultaban cómodos, especiales y que sentía la necesidad de tratar con delicadeza, al menos en ese primer y tan especial beso que pudieron tener. La cabeza fue ladeada al lado contrario, ligera, sin perder el cuidado que mantiene en la gustosa y especial unión que poseen.

— Sentía hasta las orejas calientes por lo que ocurría, más aún la afirmación de Carmen fue la causa de su sonrisa. Sin embargo, aunque quería decir algo más, se dedicó a corresponder el beso que le supo dulce, amable como una caricia.
Nana ladea poco a poco la cabeza, permitiendose a si misma disfrutar de lo que quería hace tiempo; el tacto de sus labios.—

¡Haha! Bueno, es cierto, esta pequeña pez lo hizo muy bien al confesar lo que sentía...

/Ah, se resistió lo suficiente. La cercanía, su voz, su mirada, y ese tacto, cada pequeña cosa que en conjunto la hizo inclinarse aún más, un breve y tenue roce en la comisura de esos labios suyos.

También me gustas.

/Y con ese susurro, el conectar cada par de labios en un beso que fuera lento, sereno, pero disfrutable, donde Carmen plasmaría ese sentimiento de atracción que tuvo desde hace tanto.

Me gustas...

— Afirma, con el dulzor en su voz y la vista en ella, tratando de no bajar la cabeza al sentir la mano en la cadera.
¿Quería oír más? La mano libre de Nana se eleva hacia el rostro ajeno. Sus dedos buscaban un roce de la mejilla, inevitablemente, le miraba los labios.—

Trataré de decir más lo que siento, pero no esperes demasiado de un pez. Bastante bien lo estoy haciendo...

/Ahí estaba esa sonrisa suya que tanto le encantaba, tenía razón al haberlo dicho, y el hecho de aceptar sus palabras resultaba incluso mejor de lo que esperaba. Saber que estaría con ella incluso si no lo decía hizo que su corazón se aceleraba, pero pudiera reír una vez más, calmada y... Feliz, imposible de ocultar.
Otro paso dio, suave es que una de las manos rodearía la cadera de Nana, pues no tuvo intensión de dejar ir su mano tan pronto.

¿Eso crees? Porque me gustaría escucharlo más de una vez, lo que piensas, y lo que sientes...

/Así, se inclinó, suave, serena, una cercanía mayor al bonito rostro de ella, sin intensión de apresurar nada, tan solo llevar un ritmo que aquella pudiera seguir.

— Había bajado la cabeza por su despampanante risa, por un leve instante sintió que había dicho algo malo pero luego, ella continuó. Nana también se hizo en pie, respirando más agitada, pero con una sonrisa encantadora.
Creía entender, Carmen no podía ser mas clara y el calor en su pecho se tornó cómodo. —

Sí... Carmen, si tú no me lo pedias, yo iba a hacerlo. Cada día me siento mejor a tu lado, no es malo decirlo, ya lo sé...

— Sacó fuerzas en contra de su timidez y caminó a un lado del escritorio, más cerca de ella. —