Mencionó veloz y con la emoción en su tono de voz, —Quiero que, el día de mañana alguien también puedan verme como te veo a ti. Que confíen en mí, aún si tropiezo y debo enfrentar mis miedos, las personas sepan que me esforcé. Que puedo protegerlos.. — Sabía que el manto de su padre conllevaba mucha dedicación y esfuerzo y, aún más que eso, corazón. Le devolvió la sonrisa y buscó acortar la distancia con él para poder agradecerle con un abrazo tan fuerte. — Te tengo a ti y a mamá y agradezco todo. Aún cuando a veces me salto la cena por ir con Robin.— Bromeó, solo para después soltar una risa genuina, dejando aún lado todo rastro del agobio que sintió al término de su entrenamiento.
Los codos sobre sus rodillas, la espalda curveada y el cuello ligeramente hacia adelante. Parpadeó simultáneamente, en su azulina mirada podía verse una bruma de cansancio, era un tanto extraño en él pero se había dispuesto a no volver a lastimar a nadie como pasó con Goldie. Por semanas se negó a creerse capaz de utilizar de nuevo su visión láser por temor a repetir el fatídico suceso. — Más grande.. —Repitió, regalándole una sonrisa tenue al elevar su rostro para encontrarse con la mirada adversa.
Podía sentir su corazón acelerar, su padre siempre sabía cómo fortalecer su espíritu, atento, sus ojos parecían esclarecerse para dar paso al brillo auténtico que resplandecía cuando posicionaba su vista en él. Corrigió su postura lo suficiente para de un salto ponerse en pie — ¡¿De verdad?! —
Después de contemplarlo un momento en silencio, de sus labios se oyó un hondo suspiro, volviendo la mirada al horizonte donde el sol cálido trepaba y sus rayos bañaban extensas franjas de hierba desde lo lejos—, ...Más grande... mucho más grande. —contestó, sonriendo enternecido por las palabras de su hijo.
Se irguió y la madera en su respaldo crujió con levedad. No podría echar cuentas sobre las largas jornadas que él mismo puso en práctica sus habilidades; incontables veces en esta granja que le vio crecer, y nunca siendo tan joven— A tu edad haces cosas que para mi, eran impensables en su día. —volvió la mirada a su hijo, con una bondadosa sonrisa hinchada de orgullo al verle crecer tan rápido, noble de corazón y diestro en su naturaleza— No tengas miedo a tropezar, sé que intentas hacerlo mejor y sé de antemano lo asombroso que eres... —enmudeció, y una vez más le alentó— Lo lograrás, no tengo duda.
