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– Dime que el mundo también es para los desafortunados, y yo lo creeré.
 
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AnneRoss · 22-25, F
Abrazó su cuello y sus manos se deslizaron hacia su espalda, sintiéndole cercano, cómplice de un sentimiento donde parecían estar arrojándose de cabeza, a ciegas. Al menos así lo supo y sintió ella, tan poco cautelosa en cuánto quería quererlo, cuidarlo, necesitarlo; dejó que su lenguaje corporal le demostrara más que sus palabras, percibiendo la necesidad en la gentileza de las ajenas, que a su parecer distaba del deseo carnal de las pieles y era mucho más sentimental, entregado. Era único. Un cosquilleo le pesó en el estómago cuando le tomó de la nuca, gesto que nunca fallaba en afectarle, estremeciéndole y haciéndole sonreír apenas levemente. La pelirroja aferró las manos a sus costados, acercándolo a ella, juntando su cuerpo por las caderas cuando él detuvo el beso. Respiraba pausadamente, casi de manera pesada. – Vamos a descubrirlo junto, ¿eh? Tú y yo. No habrá brisa que se meta entre los dos.
CF1573722 · 26-30, M
–Ambas manos se plantaron en su espalda, deslizándose desde la parte media a la baja, donde la estrechez de su cintura le permitía ceñirse, abrazándola con necesidad y aún así gentil, al menos en inicio, pues gradual fue el anhelo proyectado conforme el beso avanzó y el calor le abrumó, no sólo físico, sino emocional, cálido al momento de sentirla tan cerca, tan plena, como si fuese suya. Aquello le caló en el pecho y llegó a cerrar los ojos con fuerza, sólo para convencerse de que era real, deslizando la diestra desde abajo para ir a la nuca de Anne, hundiendo los dedos en las rojizas hebras para sostenerla y así, pausar el beso sin alejarse, pues de hecho apegó la frente sobre la ajena– Tendrás que enseñarme... Aunque creo que estoy entendiéndolo. –habló en bajo, sólo para ella. Era la confesión mustia de alguien curtido en los años más tiernos de su vida, alguien que no apostaba por una posibilidad como esa, porque creía que no la merecía–
AnneRoss · 22-25, F
La autenticidad de las expresiones ajenas le resultaban de una ternura desconocida en su vida romántica. Se percibía a sí misma distinta cuando estaba con él, y el deseo por reparar las grietas que había en su ser eran una de sus mayores motivaciones, queriendo, a la vez, curar las propias, actuales y pasadas. La pelirroja apegó su cuerpo al ajeno, rodeándole el cuello con ambos brazos y le besó, hundiéndose de manera absoluta en el sentimiento; en ese instante, sentía que le adoraba de sobremanera.
CF1573722 · 26-30, M
– ...–Cuán confuso era, y aún así algo que le llenaba el pecho. No terminaba de digerirlo aún, no alguien que ha vivido a la sombra del mundo. Su tacto, su voz y sus labios le abrían la puerta a un incierto que le consolaba de todo lo vivido, le hacía bien sin tener que explicarlo y por ello, le creía. Aún fuera mentira, aún fuera un trazo de ilusión, le creía al sentirla cerca, al ceder a sus besos y responder con otros más, primero a tientos pero luego necesitados, aferrandola en sus brazos como si la vida dependiese de ello–
AnneRoss · 22-25, F
—Lo es. Mírame. ¿Piensas que habría amor para nosotros si no? —remplazó la caricia de su pulgar por sus propios labios, quienes cuidadosos y aún así intensos besaron los ajenos.

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