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CB1558559 · F
-Cardia por su parte se dirigió al ropero, aun no llegaba ropa que pueda usar sin que su cuerpo cargado de ese sustancia producto la reliquia de su pecho afectará... Por lo que no tuvo de otra que usar el que siempre usa hasta que la ropa especial llegara. -

Me sorprende que no les afecte.

-Comentó mientras se vestía para bajar, puede que eso se deba a que son vampiros. -
AyatoSakamaki · 22-25, M
Echó un suspiro cerrando los párpados con un expresión de decepción en su ceño fruncido.

─ Vale, te esperaré bajo...─ pronunció el joven y de un salto abandonó la cama. Salió del recinto y se dirigió a la cocina, que estaba justo detrás de las escaleras principales en forma de caracol.
Una vez dentro del enorme salón-cocina-comedor, el muchacho tomó asiento en el comedor, en una de las sillas y subió los pies sobre otra que estaba a su lado, después entrelazó sus manos en su nuca y se dispuso a esperar a la mujer que estaba de invitada en la mansión.
CB1558559 · F
Eso lo correcto... ¿No? -. Responde a la pregunta del joven vampiro que entró en su habitación porque aunque sea un ser no humano, sigue siendo varon y no se cambiaría frente a un hombre. - Cuando termine.. Bajare-. Comento algo timida.
AyatoSakamaki · 22-25, M
— Bien — dijo y se quedó ahí recostado sobre la cama unos instantes, mirando a la chica, con una sonrisa en su rostro.
— Adelante, cámbiate de ropa ¿O quieres que me salga de la habitación? — cuestionó con un tono desenfadado.
CB1558559 · F
-La castaña miró al pelirrojo sin decir nada, mientras cubierta por las sabanas mantiene su cuerpo pues aun estaba en pijamas. -


Cla.. Claro.. Enseguida bajo.

-Comentó esperando que al menos le de privacidad para cambiarse de ropa -
AyatoSakamaki · 22-25, M
— Je — soltó tras mirar su reacción de asombro sin poder controlar una sonrisa que se dibujó en sus labios. Estaba más que claro que pasaría algo así, teniendo en cuenta que se había metido a la alcoba sin que ella se hubiera percatado.

— Deberías levantarte ya, tengo hambre. Te esperaba para el desayuno — pronunció manteniendo la sonrisa en sus pálidos labios.
— Espero que hayas descansado, ya que nos espera un día pesado —concluyó.
CB1558559 · F
-Ante dicha caricias que el contrario le daba, la joven comenzó a despertar pues no estaba acostumbrada dada por su condición a ese tipo de tratos ya que su piel se podría decir que era corrosiva al trato ajeno, razón por que esa caricia la fue despertado, abriendo poco a poco sus ojos hasta que vio a Ayato junto a ella.. -

¿Que pasa?

-Murmura mientras que por la sorpresa que le dio verlo, al momento se aparto solo un poco-.
AyatoSakamaki · 22-25, M
─ ¿Cuánto más tiempo vas a seguir así, dormilona? ─ pronunció en susurro.
Extendió su zurda hacia el rostro femenino, con la punta de su índice tocó la su nariz y fue descendiendo lentamente hasta sus labios, los cuales acarició con suavidad recorriéndolos de izquierda a derecha, delineando su marcado contorno.
CB1558559 · F
-Debido a lo que ocurrido recientemente, Cardia estaba agotada durmiendo, tanto que olvidó arreglar su cuarto... Fue entonces que siente que alguien entró a su habitación pero el agotamiento era tanto que le costaba despertar pero escuchaba en sueños todo lo que decía... Hasta se podría sentir que pudo sentir que se acerca a ella para quedar a su lado-.
AyatoSakamaki · 22-25, M
— ¡Qué desorden! Deberías ser más cuidadosa con la limpieza de tu alcoba — refunfuñaba el pelirrojo abriéndose paso por la alcoba, pues el sueño estaba cubierto por ropa de la mujer. — Te dije que podrías mudarte a la mansión Sakamaki, pero no tengo servicio de mucamas; cada quien se debe hacer cargo de su propia habitación, al menos hasta que responda alguna persona a la oferta de trabajo— completó.
Parecía que hablaba solo, ya que la mujer tenía el sueño bastante pesado.
Se detuvo a un costado de la cama y observó a la mujer que dormía plácidamente. Esa mujer tenía unos rasgos finos, una nariz perfilada, piel suave y aromática, mentón en forma de "v", larga y frondosa cabellera, y a pesar de que no se veían, unos ojos enormes, atractivos y de un color poco común.
El chico tomó asiento a su lado sin apartar la mirada de su rostro. Tras unos instantes, se recostó sobre su costado derecho al lado de la mujer. Permaneció en silencio, simplemente observando sus facciones.

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