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—Voy a tomarlo como un cumplido, entonces.
Dedicó una sonrisa para ella, después se volvió a su taza. Disfrutaba del calor desprendiendo de la porcelana, calentando sus palmas e invitándolo a llevar su nariz más cerca del borde. Su olor era grandioso, podía aspirar profundamente y llenarse los pulmones de ese aroma a café sintiendo como lo llenaba de ánimos.
Sorbió su primer trago.
—Sabe a hogar —concordó—, a propósito, hoy no había llegado nadie; desde que Okon se fue este lugar está solo.
Y sí. Erick también había llegado, pero él siempre mantuvo una copia de las llaves, tendía a abrir el bar y vender algo de las botellas. Si Okon no estaba al menos alguien podía sacarle jugo al bar. Algunas personas habían llegado antes, para rebuscar entre el lugar al gigantesco y musculoso del ex jefe. No olvidaba sus negocios turbios bajo la mesa.
—¿O nadie te llegó a avisar?
Centró su atención a Ciel. Erick aún con taza en mano y el cuerpo ligeramente recargándose a la bar
Dedicó una sonrisa para ella, después se volvió a su taza. Disfrutaba del calor desprendiendo de la porcelana, calentando sus palmas e invitándolo a llevar su nariz más cerca del borde. Su olor era grandioso, podía aspirar profundamente y llenarse los pulmones de ese aroma a café sintiendo como lo llenaba de ánimos.
Sorbió su primer trago.
—Sabe a hogar —concordó—, a propósito, hoy no había llegado nadie; desde que Okon se fue este lugar está solo.
Y sí. Erick también había llegado, pero él siempre mantuvo una copia de las llaves, tendía a abrir el bar y vender algo de las botellas. Si Okon no estaba al menos alguien podía sacarle jugo al bar. Algunas personas habían llegado antes, para rebuscar entre el lugar al gigantesco y musculoso del ex jefe. No olvidaba sus negocios turbios bajo la mesa.
—¿O nadie te llegó a avisar?
Centró su atención a Ciel. Erick aún con taza en mano y el cuerpo ligeramente recargándose a la bar
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