—Siempre tengo el día libre cuando tú lo tienes— dijo ampliando su sonrisa aún más y emulando a su hermana, se recargó en el respaldo de la tina. —Hermana, cómo se ve que no pasas tiempo aquí, hay piscina en el rooftop, pagamos el mantenimiento de esta. No tenemos qué ir a ningún lado. Estoy segura de aque a John no le molestará que llevemos nuestras propias bebidas. Entonces, ¿Qué dices? ¿Margaritas en la azotea? —preguntó alzando las cejas rápidamente para converncerla, aunque sabía que convencida del plan ya estaba.
—Por cierto, gracias por recordarme a Jacques, el sastre de Shinjuku, me salvó la vida aquel día que John tenía entrevista.— dijo guiñándole el ojo, haciendo alusión a uno de los favores que su hermana le había hecho al mandarla con uno de sus clientes.
Tuvo que cerrar los ojos cuando la mayor la salpicó, sus manos le mostraron sus palmas como escudos mientras reían.
— Pensaba que podíamos ir a alguna piscina, pero hace tiempo que no disfrutamos la terraza. Preparemos unos tragos —sonrió al sentir el cosquilleo de los dedos de los pies ajenos al buscar comodidad dentro del reducido espacio. Sabía que saldrían adoloridas de allí, pero aún así echó la cabeza hacia atrás, hasta que su nuca quedara apoyara contra el respaldo—. Una agencia. Tengo tantos clientes fieles, hermana, esos imbéciles me seguirán a donde vaya —se jactó con orgullo—. ¿Tienes el día libre?
—Soltó una inevitable carcajada y le salpicó de agua jugando para después echar el cuerpo hacia atrás, mucho más relajada aún después de una buena risa, como siempre hacía con su hermana.— ¿Quieres asolearte hoy en la terraza? Para eso existe, después de todo. —dijo casi con entusiasmo analizando los movimientos de la pelirrosa. —Trabajas demasiado, Janie. Espero que pronto puedas independizarte. ¿Qué planeas hacer cuando eso suceda?— cuestionó intrigada moviendo sus pies bajo el agua.—
Anticipó la reacción de la peliazul al emular lo que ellas llamaban entre sí "su sonrisa de psicópata"; mostraba los dientes inferiores, arrugaba la nariz y ponía los ojos en blanco. En ritual de las carcajadas, desde su niñez.
— Lo sé. Dormir de día tampoco es sano, sonaré como los viejos, pero me falta Sol —suspiró, alargando una mano hasta alcanzar el jabón, murmurando "arigato" entre dientes—. He ganado mucho dinero, pero si junto más, podré independizarme pronto —enarcó una ceja, repasando sus brazos a lo largo con ese jabón—. Yo no he tenido tiempo para estudiar nada. Por cierto, conocí a tu jefe anoche.
Inevitablemente hizo una mueca de disgusto que rápidamente fue sustituida por una risilla incómoda al escuchar el gemido de su hermana, pero de inmediato se relajó cuando la vio mojarse con las manos. Se estiró para alcanzarle el jabón y se lo ofreció con una sonrisa más relajada después de escucharle. —Yo no sé cómo aguantas ese ritmo, Janie. Detesto cuando tengo que ir a los karaokes por el trabajo, es lo más insoportable de esta horrible cultura laboral. —se quejó frunciendo el ceño y se acomodó posando sus brazos al rededor de sus rodillas, abrazándolas contra sí. —Hm, el trabajo va a bien, la verdad no pensé que tendría tantas comisiones, pero al menos estoy ocupada y practico mi lectura de kanjis.— musitó con tranquilidad mientras miraba a la pelirrosa enjabonarse.
— Qué bueno —musitó más para sí misma, pues ya le estaba doliendo la axila desde esa postura. Se hizo pequeña para acomodarse en su lado de la tina; el agua estaba en su punto. Fingió un gemido de placer, esperando incomodar a la mayor—. Me cancelaron una cita anoche, pero está bien, estaba destruida. Me habría quedado dormida a media noche, en un karaoke —hizo un gesto. Juntaba ambas manos y las sumergía en el agua, armando cuencos qué rellenar para llevar agua a las partes de su cuerpo que no alcanzaban a mojarse—. ¿Qué tal el trabajo?
Sonrió al verla bostezar aún adormilada casi de forma maternal. —No, no. Cualquier momento con mi hermana es mejor que un momento a solas.—espetó irguiéndose para hacerle aún más espacio. —Anda, métete. No sabía que estabas en casa.— dijo emocionada, como invitándola a contarle de sus días.
— Más bien llevaba un tiempo sin dormir tan bien —sólo de recordarlo, bostezó, pero después añadió una amplia sonrisa a su gesto—. Espera —se quedó inmóvil unos segundos, con ambos brazos afirmados a la orilla de la tina, cual gato mojado que advierte estar por salir disparado de allí. Miró a su hermana de reojo—. ¿Querías un momento a solas?
—Oh? Buenos días, Janie. No es habitual verte tan temprano por aquí...— musitó a medias tras asomarse por la cortina y ver a su hermana desnudándose. Dejó salir un pequeño suspiro acompañado de una sonrisa irremediable y su mano buscó el botón de la tina para dejarla vaciarse un poco y evitar que se desbordara cuando su hermana entrara con ella. —¿Noche larga?— preguntó encogiéndose para hacerle espacio a la pelirosa.
