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C1577429 · 26-30, F
pudo ver los felinos ojos de su interloculor. Sus ojos eran como si el sol le diera de lleno a dos gotas de ámbar fresco, y quedó pasmada, absolutamente prendada de quel par de brillantes llamaradas, que parecían aún más dramáticas en el entorno en el que estaban. Y la sonrisa, aquella sonrisa con aperlados y filosos colmillos, ¡era un deleite! Ni siquiera le parecieron extraños o disruptivos, iban de forma perfecta con aquella sonrisa tragicómica tan suya.El movimiento de sus fríos dedos entre los propios y su voz la sacaron de ese nuevo transe.
—Monstre?— susurró volteando en la dirección que le indicaba para toparse de frente con la mirada del pálido hombre que la miraba de forma lasciva y volvió a congelarse bajo esos ojos inertes. Incluso antes de que él se lo dijera, ella ya lo había sentido, que era un asesino, que era un violador, ¡que era un demonio!. Lo sentía en cada fibra de su ser.
—Monstre?— susurró volteando en la dirección que le indicaba para toparse de frente con la mirada del pálido hombre que la miraba de forma lasciva y volvió a congelarse bajo esos ojos inertes. Incluso antes de que él se lo dijera, ella ya lo había sentido, que era un asesino, que era un violador, ¡que era un demonio!. Lo sentía en cada fibra de su ser.
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