Él todo lo supo desde el inicio. Ser de picardía que de corazón puro, eslabón defectuoso a su parecer, como la Besada por los hombres. Un recuerdo ancestral indujo en aquellos, pues lo hacían llamar el Rahab y el Leviatán. Nombres livianos de valor en esos tiempos, sucumbidos por el olvido.
Que todo bajo el cielo le pertenece, depositaban estas palabras en sus labios.