*Tenerla cerca era un deleite y no dudó en aprovechar cada segundo de su cercanía. Frotó la mejilla en su frente, antes de darle un beso en esta zona. Le acarició la espalda de arriba a abajo, enredando luego los dedos en los largos cabellos de su nuca*
aquí y allá. La Orden requería de un servicio especial que no podía rechazar
Se dejó hacer por el exorcista hasta refugiarse en el calor que su pecho le proporcionaba; era una sensación extraña la que su presencia le provocaba. Una pizca de pasión, una pizca de cariño, una pizca de... ¿Amor? — ¿Dónde estuviste? — Murmuró, casi emitiendo un ronroneo tras su pregunta.
