— Y como buen perro callejero sé cuidar a mi compañero. —No tardó en ir a arrodillarse donde el perro estaba escondido. Como si nada metió la mano debajo del sofá para el perro, importandole poco si el asustado animal le mordía. Se pegó así al suelo, recostado sobre este, su cara en dirección a la apertura para poder contemplar al canino. Como lo vio oculto, acercó más el cuerpo al sillón, para que alcanzase a oler su mano y así memorizar su aroma.— Está asustado. ¿Dónde le encontraste?
Si, no debes preocuparte, como buen gato callejero de atender mis heridas - anoto a Doitean y luego al sofa- aún no lo sé, no lo he visto bien, estaba oscuro cuando lo encontré y luego de ello bueno mi ojo y demás, intenta que salga, solo cuidado está asustado y muerde.
— Tiene importancia si acabaste así. Creo que esta ocasión es cuando peor te he visto. ¿Peleaste? —Acunó la mejilla del contrario con la palma de su mano, adecuándose a la forma de su masculina mandíbula. Con su pulgar limpió una mancha de mugre en su cara, frotando suavemente.— ¿Cómo le has nombrado?
Nada, fue algo sin importancia...por cierto tenemos un nuevo perro...- Miro bajo uno de los sofás donde el pequeño canino se había ocultado desde su llegada-
— Yo lo sé, me encargaré de ello. —Se puso manos a la obra casi de inmediato. De lo primero que se dió cuenta fue cuánto había mejorado Alux en cuidar de sus propias heridas, aunque había dejado algunas sin tratar. De esas heridas se encargó Doitéan, vendando o aplicando pomada donde fuera necesario.— ¿Qué te pasó?
