—¿En serio? ¿Y qué voy a hacer yo sola con él?— No pudo ocultar que estaba aterrada. Podía levantar un hacha y pelear mejor que cualquier soldado que estuviera en sus filas. Podía gobernar y dirigir una nación hacia un amanecer próspero, tomando decisiones por las que otros temblarían. Pero... ¿Cuidar a otro ser vivo? Ni siquiera tenía plantas porque todas se le morían. —Agh...— Miró al gato con cierto recelo mientras alzaba ligeramente ambas manos. El animal ya estaba buscando acomodarse en su regazo.
—Todos los días aprendemos algo nuevo, Edie. El aprendió a confiar en ti y tu en el, ahora no podrás quitartelo de encima cuando quiera atención, es algo caprichoso. — la miró acomodando las gafas que usaba para leer y sonrió ladina, recargandose en la silla y cruzando sus brazos.
Dejó que su maestra la guiara a pesar de que el contacto con el animal le causaba ciertos disturbios. ¿Y si la odiaba y la mordía? Tuvo el impulso de avanzar su mano como lo había hecho antes, pero Byleth la detuvo, dejando que fuera el gato el que se acercara a ella. Sintió en sus dedos el suave pelaje buscando una caricia y no pudo evitar que una pequeña sonrisa se dibujara en su rostro. —Eres buena enseñando incluso estas cosas. Es extraño para mi, ¿Sabes? Cosas que para otros parecen cotidianas y simples, yo las desconozco del todo.
La profesora miró la reacción del felino e inmediatamente colocó su mano entre la de Edelgard y el gato, este inmediatamente agacho las orejas. -Es callejero, supongo que aún no se acostumbra del todo a la gente...- entonces sujetó la mano de la princesa, la atrajo con calma para que el felino por si solo se acercara a ella, la olfateara un poco y después pegará su cabeza a la palma de su mano buscando cariño. -Solamente ...hazlo con mas calma la próxima vez, no le temas.-
—Nunca he sido mucho de animales...— Más bien, sentía que las criaturas por alguna razón la odiaban. Sin embargo no quería decepcionar a su maestra así que se acercó, tomando su mano tomó asiento junto a ella, y llevó hacia el gato la que tenía libre. El animal hisseó antes de que se acercara, pues lo hizo de forma brusca, provocando que la princesa apretara los labios y frunciera el ceño.
Levantó su vista y bajó sus gafas, el felino arqueó su cuerpo y bostezo al sentir el movimiento de la profesora sin embargo permaneció a su lado, mirando curioso a la joven emperatriz. —Acércate, no te hará daño. — sonrió y extendió su mano invitándola, en efecto el gato era bastante manso.
