—No tanto como tus pasos de hipopótamo.— Por lo bajo hizo un suave sonido de hartazgo. —No te preocupes, Maestra, hemos enfrentado a peores enemigos que un pato... ganso, lo que sea.— No pudo evitar un pequeño respingo cuando el animal graznó hacia ella. Era un pato armado, quién sabe de lo que sería capaz. —Pero es el momento de que vea su final.— Las cocineras estarían felices al respecto, eso era seguro, sin embargo cuando estaba a punto de atacarlo el animal salió corriendo despavorido, colándose entre las piernas del león y rasgando su capa con la daga en el proceso para abrirse paso. —¡Dimitri, el ave!