El "Ave Satani" resonaba con el eco de una voz masculina muy baja, cuyo tono era tal que parecía hacer vibrar un poco el suelo y las paredes, creando un titilar de la tenue luz de las velas que adornaban el pentagrama creado con sangre de cordero en el suelo. Bundor Valtare, un brujo con vasta experiencia en las artes oscuras y el satanismo, recitaba con el pecho rebosante de fascinación, encomendándose a su Señor Oscuro. Aquel rito tendría por finalidad la invocación de un alma en pena. Absorto en su cometido, no se percató de la presencia de un ente externo, alguien que no debería estar ahí.
Cubrió los ojos de ella con una venda y esperó hasta que un vehículo negro con vidrios polarizados los recogió. Metió a la chica al asiento trasero y partieron. Pasaron quince silenciosos minutos hasta que el automóvil se detuvo. Se escuchó el sonido de un broche abrirse, una frase de agradecimiento en italiano y nuevamente el silencio. Con un movimiento brusco Bundor bajó a la joven del auto jalándola por un brazo, volvió a echársela al hombro y entró con ella hasta una vivienda bastante oculta entre los árboles. Bajó unas escaleras, cerró una puerta con llave y lanzó a la chica al suelo, sobre un colchón húmedo. Recién ahí le quitó la venda.
-No es nada personal. -Musitó, viéndola a la cara mientras se cuestionaba si debería matarla rápido, atarla o simplemente dejarla "libre" en aquel sótano.
