El "Ave Satani" resonaba con el eco de una voz masculina muy baja, cuyo tono era tal que parecía hacer vibrar un poco el suelo y las paredes, creando un titilar de la tenue luz de las velas que adornaban el pentagrama creado con sangre de cordero en el suelo. Bundor Valtare, un brujo con vasta experiencia en las artes oscuras y el satanismo, recitaba con el pecho rebosante de fascinación, encomendándose a su Señor Oscuro. Aquel rito tendría por finalidad la invocación de un alma en pena. Absorto en su cometido, no se percató de la presencia de un ente externo, alguien que no debería estar ahí.
El ritual estaba por concluir, cuando un sonido ajeno y demasiado cercano lo interrumpió. Su voz se cortó en seco y por unos pocos segundos solo se escucharon los ruidos lejanos del tráfico a unas cuantas cuadras de ese solitario callejón de mala muerte. La muchacha podría notar que cerca de la lata que accidentalmente había pateado, yacía el cadáver degollado de un cordero. Sus ojos habían sido arrancados y las sanguinolientas cuencas le daban un aspecto aun más espeluznante y desolado, con su hocico abierto en una horrible expresión. -... -Bundor de dio la vuelta lentamente, sus botas pesadas resonaron en el húmedo y sucio suelo. -Hola. -Dijo, su voz fría. Aquella mujercita había arruinado su esfuerzo, así que debía pagar... Más matarla ahí sería demasiado arriesgado. -Naturalmente estás en el lugar menos indicado, en el momento menos indicado... Y junto a la persona menos indicada. -Mientras hablaba no dejaba de avanzar hacia ella.
