Tenía una incontable cantidad de contactos en su agenda. Cada uno de esos nombres, una persona que sabía que en el momento de hablarles, harían de su prioridad entrar en una conversación con él. Algunos de aquellos nombres eran lo típico, mujeres que había conocido viviendo su vida de soltero codiciado, hombres con los que tenía que pretender llevar una relación amistosa para hacer el intento de mantener apariencias, figuras poderosas tanto en los negocios como en la política; pero también estaban listadas personas con las que llevaba una relación más cercana. Aliados que conocían la realidad