« Back to Album · Next »
— Tardo semanas en forjar aquel anillo, en poner todo su esfuerzo en el mismo, estaba decidida y no daría marcha atrás, buscaría a su amado Caín se lo daría personalmente y le haría saber que tanto trabajo, esfuerzo rinde frutos, a fin de cuentas, miro a cada criada preguntando por su hombre nadie sabía dónde estaba, pero no dejaría de buscarle, sabía que pronto sus caminos se cruzarían en esa mansión — Tu destino y el mío serán sellados hoy — Comentó más para sí misma.
 
Newest First | Oldest First
— Estaba dispuesta a continuar su camino con el afán de encontrarlo, no podía quedarse quieta pero cuando escucho aquella voz, solo pudo sonreír se giró con cuidado y se le quedo mirando por un instante, tomo la mano de este deslizando aquel anillo en su dedo anular, este jamás podría ser quitado, ni por él, ni por nadie, solo ella podría removerlo.

— Un regalo, lo hice yo misma.... Mi querido Caín desde hoy, eres mi amado esposo y me declaro tu segunda esposa.... El anillo fue forjado por mí misma, solo espero sea de tu agrado — Sus ojos violetas no tardaron en brillar con cierta emoción.

— Inclusive la maldición que ahora tú y yo compartiremos por la eternidad.
CainBelmont · 100+, M
En esa mención no había secretos ni conspiraciones debido al buen oído del ancestro, quien era capas de escuchar incluso el mas mínimo susurro, razón por la cual hablar a menos que fuera necesario estaba prohibido en ese castillo, pues tener que escuchar diariamente esas molestas voces podía ser irritante para Caín. Pero no la voz melodiosa de su nueva mujer que se escucho en ese instante preguntando por él a los sirvientes.
Y con la clara seguridad de que estaba buscándolo salio de la habitación donde se encontraba; al otro extremo de ese enorme castillo, saliendo de inmediato a su encuentro. —“Tu destino y el mío serán sellados hoy” ¿Que quiso decir con eso?— Intrigado por ello se apresuro y llego al lugar en cuestión de segundos.
Cada rincón que estuviese cubierto de oscuridad era una puerta que lo conectaba a cada rincón posible del castillo, propicio para vigilar a todo individua que habitaba ese lugar. —¿Me buscabas, cariño?— Y así él apareció detrás de ella.

Add a comment...
 
Send Comment