on:online: Cuando por fin termino el montón de trabajo que mi querida jefa me ha ordenado tener listo para el día siguiente, dejo los informes sobre su mesa y regreso a la mía. Cojo el bolso y me voy sin mirar atrás — Necesito salir de la oficina o acabaré saliendo en las noticias como la asesina en serie de jefas que se creen el ombligo del mundo.— Son las once y veinte de la noche—¡Vaya horitas!—En la calle llueve a mares.— ¡Perfecto!— Chaparrón de verano.
Llego hasta la puerta y, tras echarle valor al asunto, corro hacia el parking donde me espera mi amado León. Entro en el garaje como una sopa y, tras darle al botón del mando, Leoncito pestañea sus luces dándome la bienvenida.— ¡Es más mono!—Rápidamente me meto en él.
No soy miedosa, pero no me gustan los parkings y menos aún si son tan solitarios como éste a estas horas. Inconscientemente, comienzo a recordar películas de terror en las que la chica camina por uno de ellos y un desalmado vestido de negro aparece y la acuchilla hasta morir. —¡Joder, qué mal rato!— En cuanto estoy dentro del coche, cierro los pestillos, abro el bolso, saco un pañuelo de papel y me seco la cara. —¡Estoy empapada!— Pero justo cuando voy a meter las llaves en el contacto —¡zas!—, se me caen. Maldigo a oscuras y me agacho para buscarlas. Toco el suelo con la mano.
A la derecha no están. A la izquierda tampoco. Vaya… encuentro el paquete de chicles que busqué hace días. —¡Bien!— Sigo toqueteando el suelo del coche y por fin las encuentro. meto la llave para encender el auto me doy cuenta que el motor se aberio no queria prender —Mierda—
Era muy tarde para llamar una gruo mi pobre leon tenia que pasar la noche en este lugar con el mismo temor tome mi cartera sali corriendo hasta la salida estaba empapada —Perfecto mi sombrilla se quedo— camine por la cera de la ciudad ha esperar que viniera un taxi
Cierta desesperada jovencita de cuerpo estilizado y casi semi-desnuda cubierta con arapos viejos que cubrieron esos detalles de su cuerpo, corría a toda prisa entre las calles llegando hasta la población humana. Pronto la joven de estatura mediana, luceros rojizos y cabellos negros y largos trataría de llamar la atencion sin exito, deteniendo a las personas para explicarles un mensaje desesperadamente más solo la veían como una loca. Continuo corriendo hasta llegar a un joven con un peculiar sombrero en la cabeza y tomando sus antebrazos con algunas lagrimas en el rostro tartamudeo.
-Por favor... Debe ayudarme, el vendrá... Sangre...y matanzas... no... ya no más...-
Temblo un poco y le solto cayendo sobre sus rodillas en la cera de concreto.
-Su rostro se inmovilizó por un momento al ser sujeto por el otro, y sus orbes sostuvieron la mirada por todo el tiempo que aquello duró, prefería no acercarse mucho a nadie, tenía la fama de "antisocial" tal vez por aquello- Soy Oreki.. Oreki Houtarou... -Musitó al volver su mirada hacia el suelo, siguiendo nuevamente el transcurso de sus pies-
-Sus ojos se mantuvieron observándole de reojo, mientras sentía aquella acción tan poco común, sin embargo no hizo nada para alejarse, solo se mantuvo un tanto ausente- No, no es nada grave, simple curiosidad... -Agregó de forma pausada, dando un ligero suspiro antes de volver a encararle-
