—Aún más que antes...— Hizo una mueca, mientras disparaba justo en la cabeza a la última de las criaturas caídas, haciendo que se disolviera en el aire. Cada vez eran más peligrosos, aquello no había sido nada comparado con los horrores que habían visto.

Se acercó a la pelinegra y colocó la mano del brazo mecánico sobre su mejilla. —¿Te encuentras bien?... Deberíamos apresurarnos, obtener las armas y largarnos de aquí.— De pronto su expresión había dejado de ser bromista, estaba preocupada. Asustada. ¿Había más Grimm cerca? Necesitaban obtener esas municiones pues las personas no podían andar por Mantle desprotegidas.