— Si en una palabra he de confiar es en la de un Dios
Aquí la liebre cautivada, casi era caricaturezco, casi hipnótizada por aquella víbora si así podíamos representar a esa figura, esa Deidad vengativa y con una superioridad inalcanzable. Más de esa energía, se estaba volviendo adicta a cómo le recorría la electricidad, todo aquello que sanaba parte de sus heridas internas, aquello que la llenaba del vigor suficiente para un día más como héroe, claro, una liebre recibiendo sus dosis de verduras para ser más fuerte cada día volvería a ese lugar en la ignorancia de que podía ser un matadero, podría este ser el caso, quien sabe. — Daré todo de mí para no perder ese puesto.
─ Cuando la veas con tus propios ojos, todo tendrá sentido... te lo prometo. ─
Cada palabra que le dedicaba no eran simplemente aires al vacío, estas causaban impacto dentro de ella, entraban en su ser y se cultivaban. Su mirada con esas pupilas brillantes era como una serpiente encantando a su presa. Ese escenario era perfecto, una liebre y una serpiente compartiendo un espacio. Con cada toque de sus dígitos este le transmitía parte de su aura, como si la recargara de energía. Lentamente pasaría por su cuerpo estimulando sus músculos con fuerza, adrenalina, satisfacción.
─ Así es, demuéstrame ese heroísmo tuyo, derrota a tus enemigos y se el estandarte de la voluntad humana. Yo te recompensare… eres mi favorita. ─
Sus ojos brillaban intensamente a la par que se iba acercando a él, inclusive tornaba esas pupilas rojizas en ese tono magenta, todo aquel estímulo la hacía sentir como volando por los aires, tanto poder en la palma de un Dios, ahí, guiándola a esa iluminación, tentador ¿No es así? La heroína estaba cayendo en ese juego del que aceptaba ser pieza primordial solo para permitirle a la humanidad otra oportunidad de no ser eliminados. Los dígitos ajenos, no había pasado mucho tiempo desde la última vez que los había sentido en su rostro, subía la mirada, esas pupilas encantadas y brillantes quedarían clavadas en las ajenas.
— Me entrego a su voluntad, seré más para poder convertirme en la mejor presentación de la humanidad
─ Es natural en los humanos temer todo lo que desconocen… descuida, yo te mostrare la verdad. ─
Expresa con suaves palabras. Sus miradas ahora sincronizadas, este no solo le atraía con su hablar, había algo mas en la atmosfera que compartían que hacía efecto. Su mano derecha aun despedía aquella luz como si fuera una flama ardiente. Ella no puede evitar avanzar hacia él, como polilla atraída a la luz, era hermosa pero letal. Al momento que la distancia de sus cuerpos es acortada, este extiende su mano libre y la posa con cuidado en el mentol de la contraria, sus dedos se posan entre su mejilla y guía su rostro lentamente para que le dedique su mirada a él.
─ Poco a poco aprenderás, evolucionaras y estarás por encima de muchas de esas ataduras mundanas… yo te liberare de tus ataduras… descuida. ─
Sus sentidos nuevamente, siempre que sus ojos se quedaban en aquellos ajenos sentía esa necesidad de hincar la maldita rodilla, él era un ser más allá de su propia comprensión claro estaba. Acortaría sin prisa la distancia hacia el, siendo iluminada en aquella oscuridad por ese brillo de color peculiar.
— Aún es difícil desprenderme de esa mentalidad mundana adquirida
─ ¿Po que deberías atarte a reglas establecidas por humanos ignorantes? Estás conmigo ahora, estas por encima de todo eso, tu mente esta en un lugar mejor. ─
