Quizá hubiera podido obtener mas información, si no fuese por su mal hábito de asesinar rápido a los que derrotaba. En ese año el no tomó mucha importancia del relato, la gente solía exagerar sobre los adversarios que le derrotaban, creía que ese era el caso.

Pero el destino era tan maravilloso, que le había dado la oportunidad de encontrarse con la entidad de la máscara, esa figura era idéntica a la descripción o al menos el así deseaba creerlo.

— Esa máscara se parece a la que un sujeto interesante suele usar. ¿Serás tú de quien se habla con miedo? —

El arlequín se mostraba frente al enmascarado y esa ocasión portaba un conjunto oscuro, sin mangas, unos zapatos puntiagudos con un filo oculto que podía colocar en la punta con agitar el pie. Por supuesto que en sus bolsillos tenía una baraja de naipes y un puñado de monedas, quizá unas 30 en total, instrumentos que serían inútiles en muchas manos.

Tantos viajes tendrían que repercutir de alguna forma en las personas, algunos cambiaban su mentalidad, otros cambiaban sus hábitos o su personalidad, algunos conocen cosas que no quisieran y otros como era el caso del payaso, descubrían historias que le emocionaban. Para él, un ente casi inmortal el vivir era algo aburrido, solo el placer del dolor era algo que podía causar una sonrisa en su rostro. Él era el tipo de persona que disfrutaba tanto de infligir como recibir dolor, heridas, daños, un masoquista en combate.

No era raro que siempre buscase enemigos mas formidables, tentaba a si suerte cada vez, el no era el tipo de sujeto que se acobardaba o que buscase ganar, por el contrario las derrotas le emocionaban más que cualquier cosa. Aunque el recuento de estas era muy limitado. Entre tantas batallas, recordó a un sujeto que le habló sobre un sujeto con una máscara de demonio, su relato parecía ser aterrador, hablaba de el con miedo e impotencia [...]