Desde el centro de la tierra se podía sentir una increíble brisa fresca que inspiraba hasta el alma más perdida, acompañada con sismo solo perceptible para quienes estaban lo suficientemente atentos a su entorno. La naturaleza alzo su mano como queriendo agarrar algo, y entonces soplo de una especie de coral que infundio el álito de vida.

La llama en cuestión soltó un grito de miedo y desesperación, puesto que hasta el ser más sub dotado de el mundo sabe que lo mejor es vivir sin motivo, más que el que se te fue asignado. En el fondo la llama sabía que es lo que le esperaba y la misión que se le encomendó.

Te otorgo la bendición de tener intelecto y libre albedrío, para que devuelvas al mundo esa calidez que perdió con el paso de los años. Si haces bien tu tarea, te convertirás en el humano elegido que guiara a otros hacia un el mundo que yo diseñe originalmente.

La llama no paraba de temblar. Miles de pensamientos venían a ella de un momento a otro.