BellatrixLestrange1547660

—Lo que la ama Bella ordene, para Kreacher es un honor servir a la familia Black. —

Dio la espalda a la bruja y por ende a la chimenea, haciendo que su sombra se note más larguirucha. Kreacher salió del salón, hacia el lugar dónde la mesa que la dama había mencionado.

Luego de unos minutos, entrando de nuevo al salón, Kreacher caminaba de vuelta hacia dónde se encontraba la bruja. Detrás de él, una pesada mesa de hierro forjado de un metro de ancho por dos de largo, se aproximaba al lugar, flotando gracias a la magia del elfo. Detrás de la mesa, un pesado maletín de cuero verde -Al parecer piel de Troll- entraba también al salón de la misma forma que la mesa.

—Su Kreacher está aquí, ama Bella, —Dijo el elfo con remarcada devoción. Con otro pequeño tronar de dedos, el cuerpo del varón se levantó del suelo y flotó por encima de la mesa flotante, que cayó al suelo con un estruendo cuando el cuerpo del abducido cayó de espaldas sobre la plancha.

El hombre se retorcía de dolor, miraba con súplica y evidente sorpresa lo que sucedía. El maletín flotó sobre el cuerpo y cayó con un sonido metálico sobre el vientre del varón, que solo pujó de dolor por el peso que lo golpeó.-

—Está todo listo, Ama Bella. —

-Baja las orejas y aferra los dedos de la mano izquierda en la mugrienta tela, mientras señala el final del pasillo, hacia las escaleras que acaba de subir.

—El asqueroso muggle está en el salón, ama Bella. —Respondió el elfo, al tiempo que lentamente baja la mano contra el muslo. Camina detrás de la bruja, lográndose escuchar cada vez que se acercaban al viejo retrato, para bajar por las roídas escaleras.

—El muy tonto confundió a Kreacher con una rata, las ratas no hacen magia, las ratas son como los muggles. Kreacher es un elfo doméstico fiel. —

Al final de las escaleras, justo hacia la entrada del salón, podían verse las flamas brillantes de la hoguera y la silueta del bulto que aún sigue moviéndose aunque le es imposible huir-

-Dejó el bulto junto al fuego y con un chasquido, la alfombra se enrolló alrededor de este para impedirle se pudiera mover o arrastrar. Tironeó con cuidado la tela que cubre su cuerpo macilento, para ponerse más "presentable" para la joven Black.

Caminó a las escaleras, desde donde pudo escuchar los murmullos de debajo del cuadro cubierto por otra manta, polvorienta.

"El nombre de la familia Black estará de nuevo por lo alto, Kreacher, más vale que atiendas bien a mi sobrina... KREACHER! "

El Elfo solo reverenció hacia el trapo. La casa había sido visitada infinidad de veces tras la huida de aquellos tres que lo abandonaron luego de haber invadido el ministerio de magia. Kreacher se sentía traicionado de nuevo, de nuevo olvidado.

Subió el resto de los peldaños hacia la habitación principal, desde dónde logró identificar la estilizada silueta de su ama, la que siempre había tenido buenos gestos hacia a él, no lo miraba con asco ni desprecio, como el amo Sirius o los Potter.-

—Ama Bella... Kreacher ya está aquí. Kreacher trajo lo que le pidió. —

-En el interior de la vieja casona ubicada en el número 12 de Grimauld Place, un fuerte estallido llenó la noche. Una parvada de aves huyó despavorida y en la calle, un par de esos "Autos" que los muggles gozaban de montar para desplazarse de un lado a otro, comenzaron a aullar como escandalosas banshees.

Arrastrando por el suelo podrido de madera, el viejo elfo doméstico arrastraba un bulto de fibra vegetal y en su interior, solo podía apreciarse una figura que se retorcía histérica para liberarse.

—Sangres sucias e inmundas, que no entienden que estar en la casa de los Black es un honor. —En la mano diestra, cargaba un viejo garrote de madera, con el que apaleó sin piedad el cuerpo que chilló de dolor y luego soltó el llanto. Kreacher sonrió satisfecho pues había dejado de moverse, ahora solo quedaba llegar a la chimenea para informar a su ama que su Kreacher por fin había cumplido su encomienda. -

Come to me, Bellatrix.