El humor de su anfitriona era sin duda uno que solamente Beidou conocía en todos sus matices y por supuesto le divertía llevarla al límite de su paciencia. Una vez que se cambió poniéndose ese lujoso atuendo que Ningguang había elegido para ella volvió a la habitación, extendió sus brazos y sonrió para ella. — Tranquila, no es propio de mi hacer esperar a la gente. No eres la única que se dedica a los negocios ¿Recuerdas?. — Se acercó a ella y tomo asiento en el sofá, justo a su lado.— Quizás ellos nos harán esperar a nosotras ~ —
Se cruzó de brazos. A veces esa mujer lograba sacarla de sus casillas demasiado rápido. —Y no tardes, es de mala educación hacer a nuestros invitados esperar.— Ordenó, evidentemente la capitana había logrado su cometido.
Mientras la esperaba, la señora de la Cámara de Jade se sentó en un amplio sofá, y con grácil movimiento tomó la elegante pipa en la que fumaba, para encenderla.
Dejó escapar una risa burlona, una que sabía bien haría enfadar más al gran equilibrio celestial. Se apartó y se encogió de hombros. — Bien, entonces iré a cambiarme —
Frunció el ceño, molesta porque Beidou se tomara todo tan a la ligera. —Será una cena de negocios con los comerciantes, no vamos a ponernos ebrios a una taberna.
—¿Por qué sigues usando eso? Debías estar vestida para esta hora, los invitados no tardarán en presentarse.— La abrazó para atraerla hacia ella, más como si evaluara de cerca su estado.
