— ¡No es justo! Yo esperando obtener una función privada de la mejor cantante de Mondstadt —. Dio un pequeño bufido a modo de broma, como si se hubiera decepcionado de lo que le dijo. Enternecido ante sus otras palabras, le despeinó un poco y besó su frente —. No lo dudes. Serás mejor que ella y que cualquier otra. ¡Así que no dejes de esforzarte! Y... Cuando crezcas trata de usar ropa menos ceñida. Esa ropa no es cosa de Barbatos. (?)
No por adularme contarás con privilegios, ¿de acuerdo? – Lo dijo en tono de broma y con una sonrisa que se vio fortalecida por las caricias en su cabecita –. Así podré ser igual… no, mejor que Jea… ¡que la Gran Maestra Intendente!
Carraspeó la garganta. Consideró prudente no poner en peligro la inocencia de la diaconisa, por lo que asintió con la cabeza y le acarició el cabello —. Sí, definitivamente estás más alta que ella. Y tus ojos están grandes y hermosos.
