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- sirviendo variados postres a chordeva y a gaikokujin , se habia esmerado por aquellos deliciosos bocadillos sirviendolos en una mesa del apartamento estaban con la vista del balcon - adelante
 
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BanisariReiter · 22-25, F
- la pelirroja se sentaba a los contrarios - la verdad agradezco vengan de visita , no vienen muchos a tokyo para comer dulces - dijo la ojos celestes , dado que su hermana adoptiva muchas veces salia , asi que eran ella y asamaru su cachorro de pelaje blanco-
—¡Pero nada de comerse todos los dulces de limón —sin perder ese tono carente de seriedad, le advirtió a la imponente invitada con una rudeza que, proviniendo de alguien tan endeble, puede generar lástima. Acompañó sus palabras al tomar con cierta torpeza algunos pocos, egoísmo infantil impera en él, y con esa misma esencia mordió receloso uno de estos dulces, la falsa hostilidad se borró cuando el sabor invadió el paladar; un sonrojo invadió su pálido rostro— ¡Qué delicia! —con la boca llena exclamó.
BanisariReiter · 22-25, F
toma todos los que gustes - dijo la pelirroja con una dulce y alegre sonrisa , mientras parecia rebosar de alegria y emocion , pues no muchos le visitaban pero adoraba tener compañia en aquel gran apartamento que denomina hogar -
C1562125 · F
Tras llegar unos minutos tarde se encontró con un manjar de aquellos que solamente los humanos podían crear. No estaba acostumbrada a lo dulce, al menos no fuera de ciertos tipos de sangre, así que tomó asiento y observó a la anfitriona como si pidiera permiso pues sus modales siempre se hacían resaltar, aún con el hambre. — ¿Será posible que tome uno?
BanisariReiter · 22-25, F
ya puedes probarlos - dijo riendo la pelirroja con alegria observando al cabellos blancos con calma , mientras esta tomaba un panecillo , empezando a darle una mordida bastante contenta , saboreandolo con lentitud , le gustaba demasiado las fresas , tanto que las uso entre varios de los postres servidos -
— ¡Realmente eres una gran anfitriona! Adoro tus dulces —musitó contento mientras ambas manos se unen bajo su barbilla. Como acostumbraba a recibir por días en aquél apartamento, instantáneamente se enteró del evento, y si no se lanzó contra la mesa fue por algún intento de educación, mas en sus ojos vacíos se refleja su anhelo.

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