Sonrió abiertamente al tiempo que enseñó sus puntudos pero perfectos colmillos, así mismo aún tomando las manos de la Hada las acercó a su desnudo pecho, muy cerca de su corazón. — Jamás le mentiría a la única mujer que he amado — Ban era un ex ladrón, una escoria y un mal tipo. Pero por Elaine... Era capaz de ser el mejor hombre del mundo.
Asintió con seriedad pese a que Ban había dicho aquel nombre de forma erronea pero la había entendido— Pero...se te veía muy cómodo con ella, de verdad me sentí cel...—Su explicación seria interrumpida por la acción del albino, provocando que sus mejillas se incendiarán de un notable rubor mientras sus manos se sostuvieron con las suyas— ¿De verdad?. —Se acerco lo suficiente como con el entusiasmo que yacía en ella por la confesión— ¿No me mientes?
—¿Chica curvada?— Se quedó unos instantes con un gesto un poco despistado, hasta que recordó a su acompañante de ese viaje — Ah, ¿Hablas de Jarocho?— JAMÁS decía correctamente el nombre de aquella guerrera de cabellos blancos — Te confieso qué ella fue la que se me pegó, ni siquiera la invité a viajar conmigo— Le restó importancia a ese hecho y tomó al hada de las manos— Solo a ti te prometí viajar por el mundo—
— Creí que te habías olvidado esa vez de mi, me dolio mucho, sobretodo con esa chica tan curvada. —Murmuro, haciendo el gesto con sus manos de su enorme pecho y desarrollada cintura, de la cual, ella carecía pese a tener tantos años en la tierra. En cierta forma, le supuso una competencia de que estuviera tan cerca de su amado.
— ¿Eh?, Nunca te he mentido— Soltó sin más, era realmente sincero con ella. Para Ban era difícil abrirse del todo con la gente, no se llevaba muy bien con los humanos y solo tenía tres personas importantes en su vida: Shivago el tipo que lo adoptó en su niñez, Meliodas el Capitán y porsupuesto Elaine el amor de su vida.
