Aquella de profundos orbes detallo la silueta imponente de su ahora protector, asintió a sus palabras, más el ardor en su mejilla le exigía lo contrario: venganza
–¡Ocúpate de tus malditos problemas! – Le amenazo e inspirado en su falso valor, continuo. –¡Medussa! – Grito el vástago. – ¡Esta es mi última maldita advertencia! – Determinado a herirla, agrego. – Podrás correr, podrás ocultarte, pero no será por mucho. ¡Te lo juro en nombre de Athenea, voy a matarte!
Ante dichas palabras, los vibrantes orbes de la fémina temieron, horrorizada se obligo a emitir sonido, más de sus labios no broto su descontento. Ahogada en recuerdos olvido todo aquello que le rodeaba, olvido el lugar, olvido a los presentes, olvido incluso su nombre; tras largos segundos aclaro su garganta y atino a despojarse de sus botines para arrojárselos uno a uno sobre la cabeza de Perseo. – ¡Te odio! – Gimió. –¡Hazlo ahora! ¡Hazlo! –Siseo colérica mientras un calor naciente de lo profundo de su vientre le advirtió, por lo que aferro sus delgadas manos al brazo del rubio y a modo de súplica tiro de él hacia su persona con suavidad, no lo dejaría a merced de Perseo.
–¿Vas a huir? – Se carcajeo. –Te lleva consigo porque teme de mis intenciones, más te lo digo .. el que corre peligro eres tú .. aléjate de ella. –Acusatorio señalo los orbes hechizantes de la fémina, estos que tras la acalorada pelea se tornaron rojos y amenazantes. Avergonzada evito encontrarse con ambas miradas mientras continuaba tirando de su salvador.
[Ooc:: Te lo debía (¿) .. Lo siento, me siento avergonzada por tan larga espera.]
