Bali Bey era capaz de metabolizar cada situación de peligro e incertidumbre en sus agallas. ¿Pero qué hay de la ira? Sus ojos de aguileño espíritu se aguzaron y la arruga de su entreceño se frunció en un surco profundo.

¿Qué habría incitado así sus nervios? Algo en lo que la mujer ha dicho; un nombre, un hombre. Que de sobra le son familiares.

Carraspeando, osciló la mirada en un punto perdido del horizonte.

— Así que su padre es Vlad Tepes. El nombre no me es ajeno. Pero ignoraba que tuviera una hija con ese nombre. ¿Por qué no la acompañan sus guardias? Esto es el campo de batalla otomano, por lo tanto no es seguro para una... Princesa o... Guerrera rumana. —

La mordacidad con que dijo esto, aunque calma, sugirió cierto escepticismo. Sea como sea, dejó de mirarla en aras de reducir su inquietud.

- La rumana observaria los gestos contrarios con atención, había olvidado la última vez que había tenido contacto con algún otomano, mucho menos un guerrero.

Ante sus palabras también esbozaría una sonrisa, el contrario no podía estar mas errado en sus suposiciones -

Pues.. así como me vez, también soy una guerrera.. jm, soy Demilyan Draculea.. - Haría una inclinación leve de cabeza como mera formalidad - .. o Tepes si tomamos el apodo de mi padre como presentacion.. aunque, uno de tus sultanes le dio el apodo de Kazıklı Bey.. el rey empalador

El adusto semblante que el Comandante Turco ostentaba, sólo pudo ser perturbado por una taimada sonrisa. Su bigote pulcramente recortado enmarcaba tal gesticulación.

Ni bien dimensionando la "ofensa", con las manos al frente en marcial postura dió un paso adelante. Y usando una voz ciertamente indulgente, enunció así:

— Con su comentario me doy una idea del tipo de hombres que la frecuentan: perfumados, entalcados. Es válido. Existen como esos y existimos los que olemos a sudor; yo soy un guerrero, no un jurista. Sudo, sangro y orino. Como todo guerrero hace. —

Ya me parecía que olía mal por aquí.. - La chica frunciría el ceño y ligeramente la nariz - Turcos