-Dentro de una lejana ciudad se encontraba interino un enorme edificio color blanco, era tan alto que era el primerizo en tocar los rayos astrales todas los despejados días y este no era la excepción. El viento soplaba tan sutil que sin dudarlo hacía más placentero el día pues el astro Rey acariciaba pero sin asfixiar. En el interior del poblado el ya mencionado edificio consistía en reunir a bastantes seres que dominen el Nen, y así en distintos niveles eliminar a las rivalidades llegando así al piso 200 y ser considerado como los "mejores" dentro de ese pequeño corazón de la capital.
De la monumental estructura salió un joven el cual caminaría de manera relajada por las calles de los que correspondía la ciudad, observando a todos lados buscando un lugar para al fin alimentarse, moría de hambre y podría matar el tiempo para después reunirse con su mejor amigo a las afueras. En el interior de su pantaloneta estaban acomodadas ambas manos, la cual reflejaba el relajamiento de manera más eminente, sus orbes azulinos buscaban... Pero más sin embargo su mente estaba abstracta de todo pensamiento por lo que no prestaba verdadera atención a sus alrededores hasta que se detuvo de golpe y reaccionó ya estaba demasiado lejos de lo que buscaba.-"Kuso, nuevamente me aleje bastante."
*Terrible estruendo se escuchó por los alrededores y llegando a oídos del joven pelirrojo, quien por su parte, de inmediato desenvainó su espada y la colocó justo al frente de él en una posición de defensa/ofensiva. Aquella confrontación cercana a la ubicación del chico, le hizo saber cuan cerca estaba el peligro, sobretodo por el revoloteo de las aves que escapan entre los densos árboles. El muchacho no tenía la menor intención de meterse en problemas, pero sabía que los tendría si no se alejaba lo más pronto posible, quizá era lo mejor. Sin embargo, a espaldas de él una presencia se logro dibujar, tal vez se trataba de uno de los seres que persiguen de la joven de oscura vestimenta y el mismo que se percató del chiquillo.*
*Indudablemente, éstos seres del purgatorio son invisibles para el ojo humano común, sin embargo, el muchacho es capaz de percibir cualquier amenaza que esté presente sin importar lo fuerte, invisible, ágil o veloz que pueda ser. Y de pronto, el chico logró virar su cuerpo por completo y a la vez realizando una larga tajada con el mortífero filo de su espada dando un golpe certero al ser al que partió en dos partes su cuerpo.*
