Acordó en verlo en el último lugar donde nadie se citaría porque no es que sería lindo sino que otros optarían por café o un lugar de lo más cliché posible. Angela, lo estaba esperando en el mirador donde se conocieron por primera vez. Había algo en él le atraía pero sabe que en fondo no es tan puro como supone.
[code]Su mirada siempre era invasiva, parecía que podía ver a través de todos con facilidad, y con ello siempre buscaba la intimidación, incluso en momentos privados como ese. Seguro era de los pocos tipos que al estar frente a una hermosa chica disfrutaba más de provocar ansiedad en lugar de sonrisas.
Lo había logrado, le notaba no incómoda pero si nerviosa, la sentía atrapada y eso le provocaba una sonrisa, misma que se vio apaciguada con el contacto del caramelo. Probaría del mismo, con un sutil movimiento de su lengua, que de haber sido visto por ella, seguro lo tomaría como un gesto claro de provocación.
Era suficiente caramelo para él, le empalagaba, al menos recibirlo de esa manera, por lo que separó sus labios y le empujó con los dedos el mismo dulce para que quedase donde originalmente pertenecía, entre esos tentadores labios.
La cereza me hará evocarte siempre. ¿Tu piel sabrá de la misma manera? [/code]
