Bien, les espero. —Se pasaba por alto casi todas las normas de disciplina, más correspondió su reverencia. Cuando se fue, festejó con su puño hacía abajo por las posibles nuevas clientes. "Iaata."—

—Me encantaría ir. —respondió en un susurro. Pero volviendo a la realidad, dio un paso atrás.— Gracias, Banta. Iré a preguntarle a mi amiga si quiere venir, y si es así, estaremos las dos allí mañana. またね、バンタくん。—hizo una inclinación como despedida y se marchó.

Bueno, digamos que la mitad queda, el resto está muy ocupado con los exámenes. No se aceptan desaparobados en mi gimnasio. —Explicó, solo Kokoro, Nana y la señora Omoe solían ir bastante seguido. Así tampoco le mentiría— Algo así, soy el único gimnasio que da clases mixtas a tan bajo precio. Originalmente solo enseñaba a chicos, pero la demanda es mucha.

Kana se acercó al teléfono, algo fascinada por la foto. Incluso, una sonrisa espontánea y amplia le iluminó el rostro, llenándose de alegría por unos segundos al ver a tantas mujeres fuertes, e incluso una vieja tal como su casera.— Vaya, ¿están todas ellas en tus clases? — la idea de encontrar comunidad nuevamente le estaba emocionando.

Sí, no hay problema, a lo mejor también se suma en las clases. Mira... —Sacó su celular, y entró en el Instagram de su gimnasio. Le mostró la foto que había varías niñas de todas las edades, incluyendo una señora que podría ser la abuela de todas ellas posando al lado de Banta, todxs con sus puños alzados en la pose de boxeadores para la publicidad— Este es el grupo del año pasado.

—Genial... ¿Puedo llevar a una amiga, al menos un día? —se rascó la nuca, meditando su presupuesto y si podría, sin problema, pagar los 3409 yenes. Aunque después de un segundo de meditación, extendió su mano hacia él.— Trato. Iré mañana por la tarde entonces.

Depende, si deseas ir solo a aprender boxeo son tres días a la semana por 3409 yenes al mes. Pero el primer mes solo vale la mitad, a modo de prueba ¿te parece? Doy clases de una hora, por la tarde, por la mañana y por la noche, tu eliges el turno.

—Sí, eso veo... —y para sus adentros, se imaginó a Banta como aquellos solidarios grandulones de Inferno que frecuentaban el patio.— Iré entonces. ¿Y cuánto cuesta?

¿Yo intimidar? Para nada, jamás. Soy un buen ciudadano, de hecho, intento dejar bien parado a mi disciplina. Si tienes deseos de entrenar serás bienvenida, hay muchas chicas que están en el turno de noche.

— Me recuerdas a mis amigos. También hacían esas caras para intimidar... Pero oye, Banta, vine porque quería saber si... pues si estás entrenando gente. Podría pagarte algo.