Hai, Ryo está más que bien, Zoelia-chan. —Asintió, mientras se ponía de pie tras agotar su postura de cuclillas, se alzó hasta quedar frente a ella con su usual sonrisa, que era alegre pero melancólica en algún punto— No hay ningún problema, Banta era mi nombre de boxeador.

**Sus manos se separaron, tenía entendido que los Japoneses eran personas bastante protocolares a lo que concierne el espacio personal, no querái ser grosera. Tan pronto bajó estas, se acomodaron nuevamente en sus propias mejillas, aunque esa sonrisa encantadora no se perdió jamás puesto que estaba ilusionada en conocer a nuevas personas en ese lugar.** Me lo pensaré. Yo soy Zoelia, puedes decirme Zoe, ¿te molesta si te llamo Ryo? Es más fácil para mi recordar el Ryo que el Banta... suena a manta heh...

Reservados, sí. —Esa cuestión del toque, del contacto corporal no era para nada común entre desconocidos, por lo que Banta se notó sorprendido; no es costumbre el tocar el espacio personal de otros, lo pensaba incluso como boxeador. Había claras diferencias culturales que le hacían claramente dudar que ella estaba acostumbrada en este pais—. Me alegro que encuentres tu camino, pero no dudes en pasarte por el gimnasio, te presentaré a los chicos y a las chicas, de seguro hasta un día te nos sumas para los entrenamientos. Soy Ryohei, pero puedes llamarme Banta, como todos.

Reservados... **Esa palabra le hacía resonar en su mente, en como algunos de sus allegados ponían esas paredes para evitar que los demás conozcan de si. En su defecto, Zoelia era alguien demasiado introvertida, no le gustaba para nada esa palabra o todo lo que venía arraigado de la introversión, aunque de momento no expuso más al respecto. Seguido deslizó sus manos hacia la mano ajena, la más cercana para envolver esta sobre las suyas, eran suaves, pequeñas y cálidas, cuales propinaron delicadas caricias sobre su piel.**

Mis manos no sirven para lastimar, sino para curar y ayudar. El trabajo pesado prefiero dejárselos a otros... espero me entiendas. **Replicó en un tono apacible y armonioso, al mismo tiempo que sus grandes orbes zafiro se clavaron atentamente sobre el sujeto, estos le observaban penetrante pero con una mirada muy gentil** Gracias por ayudarme a encontrar nuevamente mi camino...

Bueno, los japoneses solemos ser un poco más reservados en esos asuntos, respetamos mucho la privacidad ajena, para bien o para mal. —Explicó según creía haber vivido, era muy difícil tratar con ellos y ellas, curiosamente, se le daba mejor con las mujeres -que no eran su hija, claro-, ante su comentario negó con fervor— El boxeo no requiere de manos fuertes, es como no sé, cocinar o bailar. Necesitas técnica, pasión y empuje. Son las únicas cosas que hacen a un boxeador. La fuerza y los músculos son solamente meras cuestiones que surgen solas.

—Si su aura pudiera verse en este momento, se podía sentir la pasión que recorría en este joven adulto por el ring. Sus ojos taciturnos brillaban afilados como si estuviera listo para subir a pelear ahora mismo, pero pronto lo remató con su usual sonrisa— Lo único que requiere es que tú creas en ti misma.

No es complicado trabajar con adolescentes cuando te tomas el tiempo para conocerlos y escucharlos. La comunicación es importante para las relaciones. **Comentó segura de sí, tenía experiencia en ese ámbito que, a diferencia de su hermano, ella podía relacionarse con facilidad con todos por medio del habla. Por otro lado el consejo ajeno solo provocó una ligera y encantadora sonrisa. Se escuchaba adorable el recomendar entrenamiento en alguien que vivía de la guerra por temporadas. Sabía muchas artes y disciplinas, incluyendo boxeo pero no se lo diría.** No lo sé, ¿crees que sea bueno usar mis puños en esto? No tengo manos fuertes. **Se miró sus delicadas manos, con dedos delgados y largos ideales para la música.**

Lo son, los adolescentes ahora son todavía más complicados. Creo que todavía me falta mucho que aprender de ellos...—Era una especie de guía para muchos, aunque su propia vida y decisiones dejaban bastante que desear, la chica sonaba perdida en cierto sentido; esto le apenaba— ¿No tienes ningún objetivo? ¿Por que no empiezas entrenando? El boxeo es más que solo un deporte o una forma de combate, es una disciplina. Ayuda a encontrar el camino.

**Volteó su mirada al grupete de muchachos que estaban corriendo mientras una ligera sonrisa se dibujó en su amigable rostro. Tanto la escena como las palabras del masculino le hacían recordar a esos días en que servía alado de su hermano, entrenando muchachos para la guerra.** Parecen un lindo grupo. Y yo... estoy bien. Solo paseaba, no tengo algún objetivo actualmente. Busco algo que pueda hacer, ser útil para alguien o apoyando una buena causa.

Estaba viendo a ellos...—Señaló a la distancia un grupito de chicos y chicas que trotaban, al parecer, dado el silbato que tenía en su pecho, es que era un entrenador— Se la pasan metiéndose en problemas, pero han avanzado mucho. Es casi como verme reflejado hace un par de años ¿Qué hay de ti?

¿Te sientes bien? **Cuestionó la chica quien a simple vista parecía ser una adolescente más de allí que solo estaba de paso. Vestía ropas normales, un vestido rosa y unas sandalias de madera en sus pues para camuflarse en su mundo.** Pareces abstraído...