— La respuesta es obvia. Me siguen pareciendo un estorbo, no las necesito. — Chasqueó la lengua, desviando los ojos al instante. Pese a ello, posó sus manos sobre sus propias caderas y elevó los hombros sin cuidado. — Pero solo por curiosidad. . ¿Qué tenías en mente?

[i]Soy quién se mueve entre los reinos cuando condeno las almas de todo ser viviente. Será una aventura peligrosa, si logras completarla, tendrás la facultad de adoptar la forma de ángel negro a parte de tu aspecto demoníaco. ¿Estás interesada? ¿O sigues pensando que son un estorbo? - Quiso jugar con el orgullo de su Demonia. - [/i]

Casi de inmediato, enarcó la ceja diestra. No pudo evitarlo, sus ojos pasaron a tomar lugar sobre aquel par de perfectas y hermosas alas angélicas. Llenas de plumas blancas que brillaban en tonalidades doradas, incluso parecía que se ornamentaban de diamantes incrustados. — Bien dicen que por algo eres uno de los favoritos de Dios. . . — Sin embargo, aquello último desestabilizó su psique. Para los rebeldes como ella, el castigo era caer del cielo y perder sus alas, ¿regresarlas a su espalda? Ese no era más que un absurdo, ¿no es así? — ¿Un método? Vamos, Azrael, no juegues así conmigo. Sabes cual es el castigo de aquellos que se rebelan contra el padre celestial ¿Cómo podría yo recuperar mis alas?

Una risa brotó de entre sus labios, más forzada que nada. Se perdió por breves segundos mirando al suelo y poco después, negó con la cabeza. — Tantos milenios sin cargar con ese peso en mi espalda es. . .Relajante. — Elevó la vista en dirección a él, cruzando de inmediato los brazos. — Las recuerdo horriblemente estorbosas.