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About Me Notes
About Me
Poco tiempo después de su creación, a Azrael le fue asignado el estudio de algo que hasta el momento no se comprendía muy bien en el Cielo: la disposición de las almas humanas tras la muerte. En efecto, se conocía que algunas almas habían llegado al Cielo (temporal en esta teoría de reencarnación) como consecuencia de méritos adquiridos en la mecánica de la reencarnación y el olvido (al volver a nacer), pero no se sabía a dónde iban las otras almas y qué pasaba exactamente con las almas tras la muerte.

Fue ante esa situación que Azrael se ofreció a rastrear las almas de los humanos, algo que hasta ese momento ningún ángel había hecho bien, siendo él el primero en conseguirlo. Sin embargo lo que halló fue indignante: muchos humanos, particularmente los de peor naturaleza, estaban siendo torturados en el llamado “reino inferior”.

Y es que, en sus inicios, tal reino era un lugar de oscuridad, aislamiento, soledad, vacío y ausencia de Dios, pero no era un lugar de torturas, y los demonios lo habían convertido, sin autorización de Dios, en un espacio de suplicio y perversa mortificación.

Cuando Azrael dio las noticias en el Cielo, la indignación general se encendió, pues, además de infligir torturas, los demonios a veces osaban destruir a ciertas almas, tomándose así una potestad que ni él mismo Dios había ejercido pese a ser el único con derecho moral para hacerlo.

Pero también, según informó Azrael, los demonios estaban reteniendo almas que no habían cometido faltas suficientes para ser llevadas al “reino inferior”; y, finalmente, aquellos crueles ángeles caídos procuraban retener eternamente a las almas que no destruían, cometiendo con ello la injusticia de pretender dar un castigo eterno e infinito a quienes tenían una culpa finita.

Como contramedida a tanta injusticia y compensación a su labor, Azrael ascendió al rango de Arcángel, comprometiéndose en dicho ascenso con la labor de asegurarse de que ninguna alma se dirigiera equivocadamente a un lugar que no fuera el Cielo él y su hueste de ángeles seguidores ayudarían a los espíritus de los muertos a librarse de sus cadenas, rescatarían almas salvables de los dominios de Satán, e impedirían a los ángeles caídos tomar cualquier alma que no les perteneciese.

Fue así que el Arcángel de la Muerte y sus ángeles comenzaron sus misiones de reconocimiento en busca de almas por salvar en el Infierno. Pero ayudar a los muertos no era suficiente, por lo que Azrael les dijo a sus ángeles que debían ayudar a los humanos vivos a prepararse para la muerte, a comprenderla, aceptarla y no temerla si sus actos eran buenos. Pasado el tiempo, entre los seres de luz llegó a pensarse que Azrael y su coro rechazaban hasta cierto punto vivir en el Cielo, simplemente observando.

Finalmente Azrael expresó su decisión de autoexiliarse junto a su coro, no porque él y sus ángeles no amaran la compañía celestial, sino porque su compasión por los humanos era tan grande que preferían servir a Dios en la oscuridad con tal de evitar que las almas sufriesen un destino injusto al morir.

Se convirtieron entonces en abnegados ángeles, en seres que iluminaban los lúgubres territorios de la muerte con la blancura impoluta de su ardiente bondad.

Contrario a lo que se podría pensar del Arcángel de la Muerte, Azrael es noble y bondadosa. Ama a la humanidad, y encuentra belleza incluso en su imperfección, es por eso que lleva a cabo sus tareas con la mayor devoción y alegría. Para ella, no hay mayor satisfacción que guiar un alma a las puertas del Cielo, en donde alcanzaría la dicha Eterna... es apreciada en el Reino de los Cielos, pues ha tenido éxito en donde muchos de sus hermanos fallaron.

Conoce la importancia de su misión y si tuviera un defecto, es que a veces se jacta demasiado de ello y de su propia benevolencia. Se sabe una de las favoritas de Dios, y hará todo lo posible por no defraudarlo. Es obediente y servil ante cualquier misión que le sea encomendada, considerándola un honor.

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En el Cielo hubo caos cuando Lucifer volvió a pisar la Tierra. Apenas logró manifestarse dentro de un contenedor mortal y respiró por primera vez en muchos, muchos siglos, el Todopoderoso supo que su hijo, el primer caído había regresado, más ni siquiera Él conocía los propósitos de quien una vez fuera el ángel más hermoso y virtuoso... pero ni siquiera quien reina en el Infierno puede escapar de la ira y la justicia divina, el 'mal' tenía que ser devuelto a donde pertenecía, y fue así como Dios ordenó al Arcángel de la Muerte, encargado de guiar a las almas humanas hacia la luz y la redención, de evitar por todos los medios que caigan en las garras del Infierno, que buscara a su hermano descarriado, que lo guiara al lugar al que pertenecía antes de que ocurriera alguna catástrofe que afectara tanto a la Tierra como al Cielo. Quizás Azrael en su bondad y preocupación por el alma oscura del hermano al que amó, no notó la amenaza implícita. Si Lucifer no volvía al Infierno, entonces el Arcángel de la Muerte habría fallado en su misión.

Necesitaba una forma tangible, al igual que lo había hecho Lucifer, encontrándola en una joven devota que al haber crecido en un orfanato, cuando llegó a la edad adecuada se había ordenado novicia para dedicar prácticamente toda su vida a Dios. No habría encontrado alma más pura, más hermosa y más compatible. Azrael no guardó nada en secreto, le explicó su misión, la importancia de su presencia en la Tierra ahora más que nunca, y la joven religiosa aceptó al Arcángel con los brazos abiertos, aún sabiendo que probablemente su cuerpo no lo resistiría al final, siempre pensó que Dios tenía un plan para su existencia. Quizás este era su verdadero propósito.