-Bien, ahora no solo debía mantener con vida a la rubia, si no también a la liebre, pensó en un momento en todo lo pasado, en su vida antes de ella, en la rutina que había establecido para mantenerse con vida. Si esto, el encontrarla era designio divino, como él lo sabía dios tenía un sentido del humor muy retorcido-

...

-La miro desde la ventana con la criatura en brazos, esperando que no fuera a soltarla o tendría que emprender otra búsqueda en medio del bosque por el animal. Bien ahora debía alimentarla por lo que una vez tuvo la comida servida le llamo saliendo al pórtico para ello-

Vamos enana entra a comer.

Parpadeó atónita. No comprendió en un inicio hasta que de nuevo se movió el costal. Lo abrió, descubriendo una pequeña y asustada liebre que abrazó de inmediato. Se levantó de la cama y alcanzó a Azariel para abrazarlo tras la espalda.-

Gracias.

-le dijo en voz baja. Lo soltó y con una amplia sonrisa, salió de la cabaña para buscarle fresas para comer.

-Se acerco hasta donde ella y se quedó de pie al costado de la cama mirándola, los rastros de sus mejillas delataban su llanto-

Ahora eres una humana, debes alimentarte o morirás, debes estar fuerte, ahí afuera hay sujetos que desean atraparte, te harán daño y no van a limitarse por ti tamaño o apariencia. Yo haré lo que pueda por que sigas con vida, aún si no te gusta como hago las cosas.

-Dicho esto dejó costal sobre la cama y frente a ella-

Deja ya de llorar. Ahora diré esto solo una vez. Si lo veo vagando por el lugar lo pondré en la olla. Es pequeño así que deberás cuidarlo.

-Fue todo lo que dijo antes de darse la media vuelta y alejarse ¿Por qué carajo había hecho ello? Las mujeres eran tan peligrosas como le habían dicho-

Aquí.


-levantó la mano para hacerse notar al fondo de la cabaña, donde estaba la cama que le había construido Azariel.

Había seguido llorando, pero para cuando él regresó, ya había dejado de hacerlo. Se abrazaba las piernas y le miró en silencio, notando la bolsa que se movía, pendiendo de su mano.-

-.Se adentro de nueva cuenta en el bosque, revisando cada una de las trampas que había colocado, estamos molesto, frustrado por la absurda sensación que recorría su ser, en ningún momento pensó que las lágrimas de una mujer pudieran hacer eso, ahí estaba de nuevo buscando entre las trampas hasta que logro escucharlo, la criatura era más pequeña que la anterior, una liebre muy joven, sería una buena comida, de no ser, por qué está vez la metió con vida al costal y emprendió el camino de regreso, la pequeña bestia de movía como dudosa de su destino. Tan pronto estuvo cerca retiro la comida de la hoguera y de adentro a la cabaña-

Enana...¿Donde estás?

-Se había quedado en el baño, llorando en silencio por el pequeño animalito. Nunca antes había visto un asesinato y tampoco había visto el terror en los ojos de un ser vivo.

Cuando Azariel le habló, Zoé secó rápidamente sus lágrimas y asintió en silencio a las instrucciones que le diera el mayor. Lo vio salir de la cabaña y Zoé se asomó al pórtico hasta que lo vio alejarse con el costal en mano. ¿Qué pensaba hacer?

-Fue un poco incómodo para él, hasta ahora la rubia no cerraba la boca y ahora no decía palabra, sintió un a punzada ¿Era culpa? Por qué demonios sentía culpa...está esforzándose por no dejarla morir, sin duda está era una carga que no había pedido, pero ahora tenía. Bien, no iba a disculparse, haría todo por mantenerla con vida aún si ella no lo entendía así.

Llegaron de regreso a la cabaña. Para estás alturas ya era habitable para ambos-

Vamos ve a lavarte, te alimentaré en un momento

-Espero entonces aquel se fuera para desollar a la liebre y cortar su carne para así ponerla en una vieja olla con algunos vegetales ¿Que demonios estaba pensando? Fue hasta donde ella estaba y hablo con voz firme -

Quédate en la cabaña y no salgas hasta que yo regrese.

-Dicho esto, tomo de vuelta aquel pequeño costal y salio en dirección al bosque -

Abrió los ojos al escuchar su voz y buscó a la liebre con la mirada. Al no encontrarlo, dedujo que estaría en la bolsa que llevara Azariel en la mano.

Soltó un suave sollozo y secó con la manga del suéter sus ojos, para no llorar.

Siguió a Azariel el resto del camino, en completo silencio.

-No pretendia hacerla caer aunque fue bueno que eso pasara, la mantuvo lejos de él y la liebre. Había hecho esto antes así que sabía bien que hacer, tomo a la criatura con fuerza del cuello y en un movimiento le rompió el mismo, de modo que fuera lo más rápido e indoloro posible. Una vez la libre estuvo muerta la metió en un pequeño costal, hecho esto tocó con suavidad la mejilla ajena, como si deseara disculparse por lo sucedido y para que ella abriera los ojos -

Vamos enana, hay que preparar la cena.

Ante la sorpresa de recibir un grito de Azariel. Zoé cayó sentada en el césped, alejándose de la liebre que seguía tirando de su patita.

Se mostró alarmada, pero a la vez con una incertidumbre ante lo que Azariel haría, y que sospechaba, que sabía lo que él pretendía.

—Azariel... —Musitó Zoé con los ojos húmedos, decidiendo cubrirse los oídos al comprender que no podría impedirlo y cerró los ojos, apretándolos con fuerza —Que no sufra, Dios.