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Azariel · M
—Es un lugar seguro, tranquila. He venido aquí antes y no han dado conmigo...

La miró caminar, sabia que había sido una noche difícil para ella, la primera vez que tenía que huir para salvar su vida, después de todo este tiempo ya estaba acostumbrado, pero no por ello era más fácil.

Miró aquel vendaje en su brazo, aún dolía pero ya se había detenido la sangre, menos mal. Se acercó a ella y la tomo en brazos esta vez no como un costal, si no para que ella pudiera descansar

—Espera no duermas aún...

Así con ella en brazos camino por aquel sendero hasta la cabaña
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*El silencio imperó en el lugar, después de la observación que le hiciera al azabache. Zoé solo observó su rostro con una expresión perdida o quizás ahora en otro lugar, en otro tiempo.

La herida de su brazo finalmente había dejado de sangrar y Zoé agradeció al cielo que no hubiese pasado a mayores. Cuando finalmente volvió de aquel viaje en su mente y se incorporó, ella le observó desde su asiento en el césped y extendió la mano para tomar la de él.

—¿Este lugar es seguro? ¿No nos seguirán? —Le preocupaba la posibilidad de ser perseguidos aún hasta el bosque. Parecían esos cazadores, dispuestos a atraparlos o eliminarlos a como diera lugar. Suspiró cansada, apesadumbrada y se levantó del suelo sacudiéndose la falda manchada de césped y un poco de sangre.

—Realmente espero que no. Tengo sueño—y soltó un bostezo amplio y prolongado.*
Azariel · M
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Tras aquellas palabras las alas de aquel angel que antes fueran de un hermoso blanco, comenzaron a oscurecerse a un profundo negro, reflejando en ellas la oscuridad de alma y siendo está la marca de la traición a su creador, causando con esto gran dolor a quien ya había lastimado por sus semejantes

—¡Por favor detenganse!

La voz suplicante de Azariel era ignorada por todos, era designo divino y debía cumplirse y así con aquel dolor en su ser fue arrojado de su hogar por aquel en quien había creído toda su vida

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Estaba recostado sobre el pasto, no fue conciente de que había pasado tanto tiempo el silenció, hasta que noto aquella lágrima correr por su mejilla, era tan estúpido llorar aún por eso.

Se puso de pie sacudiéndose los restos de aquellas plumas y ofreció la mano sana a ella, la llevaría hasta la cabaña, ahí podrían descansar

—Vamos enana, pasaremos la noche ahi
Azariel · M
Escucho aquella pregunta y permaneció en silencio su mente le llevo hasta aquel momento

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Su voz exhausta y su piel ensangrentada, su respiración apenas audible y aquellas alas blancas destrozadas, estaba arrodillado frente aquellos que ocupaban los tronos frente a él

—Sabe demasiado, es un peligro para la religión...
—¿Que pasará si corrompe a los humanos?
—¡Hay que enviarlo con Lucifer!

Varias voces daban sus opiniones alarmadas, el Azariel en ángel de las aguas era juzgado duramente, su pecado: Dudado de la bondad de su creador ¿Quién era el para hacer eso?

—¿Mi señor acaso no te das cuenta del mal que haces?

Mencionó el acusado mirándolo con dolor...

En las profundidades habitaras, el cielo nunca volverás a tocar, esta es tierra prohibida para ti, entre aquellos que juzgas has de vivir

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*—Azariel.— Repitió la rubia con una sonrisa torpe por el llanto. Terminó de vendar su brazo y se recostó junto a él. Habían estado en peligro y por primera vez en su existencia había sentido el verdadero terror. Vio algunas plumas volar libres al viento mientras el resto de sus alas se desvanecían.

—Son hermosas—dijo mientras alzaba la mano diestra al cielo intentando tocar una de estas plumas que se hizo polvo al viento. —pero ¿Por qué son negras? —Preguntó en voz baja.*
Azariel · M
Su respiración era agitada, había tomado mucho de sí para llegar a aquel lugar, estaba cansado, pero aún con vida y mejor aún ella también lo estaba.


Fijó su mirada en ella al verla rasgar aquel vestido que ahora estaba sucio por el aterrizaje y le miro vendar su brazo, la herida ardía, odiaba los artefactos de los cazadores siempre que lo herían tardaba varios días en sanar, a diferencia de las armas humanas.
La vio llorar entonces y llevo su mano sana hacia el rostro ajeno, limpiando torpemente sus lágrimas

—Me llamo Azarie, recordé que no te lo dije. No debes llorar, eso no arreglará nada..


Dicho esto dejó de mirarla y se quedó ahí de espaldas sobre el césped sus alas poco a poco fueron desapareciendo, perdiendo las plumas y haciéndose menudas hasta quedar solo restos de ellas bajo su cuerpo. Debia admitir que había disfrutado de volar, eso hasta que aquella bala le hirió, fue una tortura llegar hasta ahí, al menos ahora estaban a salvo
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...su cansancio.

—Para —Le decía de vez en cuando, pero Azariel parecía no escuchar hasta que finalmente salieron de la ciudad y llegaron a un lugar desolado en el campo.

—Para —Volvió a decirle pero esta vez, cayeron rápidamente en el césped, derrapando sobre ramas secas y tierra que le lastmaron la piel y dejaron algunas marcas. Azariel estaba tendido en el suelo y Zoé había recuperado por fin el control de sus propias emocionas. Ante la pregunta del azabache, la rubia guardó silencio y se hincó junto a él. Sin importarle que el vestido que lucía era nuevo, rasgó un pedazo de tela de la falda de algodón y la usó para vendar el brazo lastimado de Azariel.

—Estarás bien. Te lo prometo, estarás bien —decía llorosa *
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*Por fin aquellos invasores habían entrado y corrían a la ventana, cerró los ojos esperando lo inevitable ¿Dolería? Pero de pronto, pudo escuchar el sonido del viento golpear fuerte en sus oídos y el suave batir de unas alas. ¿Alas?

Abrió los ojos. Tenía el rostro apoyado contra el pecho ajeno y solo podía ver un poco sobre su hombro, lo suficiente para poder ver tanto al desconocido que apuntaba un largo bastón y las alas negras de Azariel.

Se quedó petrificada. ¿Alas negras? ¿Por qué sus alas eran negras? Ella recordaba bien que sus propias alas eran blancas y nunca antes había escuchado hablar de un ángel con alas negras. Estuvo a punto de cuestionar mientras lograba ver la casa alejarse o más bien ellos, mientras ellos se alejaban, pero una pequeña detonación y el estallido en una parte del ala izquierda de Azariel le hizo guardar silencio.

—ESTÁS HERIDO! —Exclamó la rubia en voz alta. Ya aquellos no habían logrado alcanzarlos pero ponía notar el vuelo errático de Azari
Azariel · M
[...] pequeña cabaña en una zona apartada de la cuidad.

Su aterrizaje no fue el mejor, debido al cansancio y la heridas recibidas, cayeron rodando contra el pasto aún cuando el la abrazo y rodeó con sus alas era posible que la rubia tuviera un par de rasguños.

Una vez en tierra la soltó dejándose de espaldas sobre el césped

—¿Enana esta bien ?...
Azariel · M
El frío viento le golpeó el rostro mientras la sujetaba con fuerza debía hacerlo o ella caería, fue entonces que les escucho golpear la puerta, mierda ya estaban ahí y estaba seguro de que no duraría mucho aquella barrera, se acercó más al borde y desplegó sus alas hacía ya mucho tiempo que no volaba y esperaba no haberlo olvidado pues no solo caerían si no que serían atrapados por ellos. Esta se mostraron fuertes y de un tono oscuro, totalmente opuestas al blanco que solían lucir las agitó con fuerza y alzó en vuelo manteniéndola aferrada a él.

Aquellos hombres lograron entrar al desván y corrieron a a la ventana, al verla abierta apuntando sus armas a Azariel que buscaba alejarse de ahí a toda costa

—No te sueltes...

Repitió mientras la abrazaba tratando de esquivar los disparos que buscaban hacerles caer. Uno de estos impacto contra una de sus alas, los que le causó un dolor indescriptible, aún así se aferró a ella y siguió con su huida sin detenerse hasta que llegó a una

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