— Anda, come uno por lo menos — musitó mientras ofrecía el plato.

Los ojos del vampiro se fijaban de la forma como sonreía, de los gestos que realizaba en cada instante, de la forma como ella le miraba y como reaccionaba a cada palabra suya. Nunca había prestado tanta atención a un bocadillo.

— Tienen buen sabor, podría comer esto todos los días, tanto como alimentarme de tu sangre — esto último salió como un susurro. Sabía que a ella le aterraba la idea de qué él y sus hermanos la usaran como alimento, por ello buscaba las formas más tétricas para hacer que su corazón palpitara lo más rápido posible.