— Encerrada o no, viviendo bajo el mismo techo que tú y Alyssa en ese entonces no había mucha diferencia entre sentirme asqueada o no. —

Lentamente envolvió la parte trasera de su oreja con sus cortos cabellos al pasarse algunos mechones, le temblaban los dedos, era difícil mantenerse cuerdo cuando hincaban las uñas en una herida que incluso cicatrizada podía arder como cuando permaneció abierta.

— ¿A qué viene tanta rabia?, ¿será que estás frustrado porque no puedes obtener lo que tanto quieres? — Los labios de la rubia formaron una amplia curvatura.
— Pudiste empezar por ahí, querido hermano.