Parecía que le gustaba eso, ser admirado, adorado, maldito egocéntrico tan encantador, fascinante y adictivo.

— S-Si... Es mejor...

Respondió en un tono bajo, entrecortado, delicado mientras volvía a recibir ese ataque en su garganta, esa lengua medio rasposa que le erizaba la piel. Sus manos no se quedaban atrás, a él le gustaba tenerla acorralada en todos sentidos, sus pezones poco q poco iban adquiriendo algo de dureza mientras sentía el calor pinchar su entrepierna. La pelirosa suspira y jadea en voz baja.