Ya se había acostumbrado un poco a esos besos tan invasivos por parte del varón, pudo seguirle el ritmo al beso uniendo su lengua y esa saliva. Se quedó apoyada su espalda contra el tronco de la palmera y sus labios fueron liberados, soltó un suspiro algo alargado tras esto.

— Uhhh... U-Uzui...

Los labios ajenos no perdieron el tiempo, volvieron a atacar pero está vez la presa fue su cuello.