La simple textura de esas manos rodeándole era suficiente para poder revelar su sonrisa aún entre cada beso que podría brindarle. Akame suspiró, unir el momento que eleva parte de su temperatura, con tal confesión que se habrían hecho, resultaba incluso en un incentivo mayor ahora que su mano sube una vez más, delinea la figura de la azabache, pasando contra el busto, con su objetivo siendo la mejilla.
