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Helga1583834 · F
el mundo con otra piel. A lo mejor, ya el hombre que se fue junto a la prostituta no serían testigos, pero ahí tan alta extranjera, con esa apariencia ruda de punketa eterna adolescente, se quedó expuesta en el sueño incomodo de la cabeza gacha, hasta que su propia efigie se fue acomodando en la barra, lentamente sus brazos fueron una almohada sobre si. Su labial se cayó del bolsillo, rodando en dirección desconocida.*
Helga1583834 · F
**Estuvo de más, y ella sabía decir basta, la culpa no era en sí del licor, había llegado ese día al país, no había comido nada solido pero si se había atragantado con tanto alcohol para adormecer a los hooligans de New Castle de ser posible, y ahí estaba, desolada en su apariencia, que incluso en lo oscuro de su pelo, el delineador marcado en sus ojos, la sombra ya un poco anticuada por el paso de las horas. Muchísimo metal en sus orejas, solamente plata o titanio, al igual que su nariz y el lateral de su labio. Pese a tanta parafernalia, era una mujer que superaba la treintena. Miró de soslayo al varón, cuando la botella se mantuvo en la mesa. Eso le hizo alterarse, tan solo un segundo.**
... *Un detalle sonó en sus labios, que fue casi una queja o un reclamo. Pareció hacer oído sordos de sus palabras, que le resonaron como algo gracioso, sus parpados caían, lentamente, todo se iba haciendo una nube. Suspiro delgado, sin ya tos. Se fue quedando dormida, como una niña perdida en...
... *Un detalle sonó en sus labios, que fue casi una queja o un reclamo. Pareció hacer oído sordos de sus palabras, que le resonaron como algo gracioso, sus parpados caían, lentamente, todo se iba haciendo una nube. Suspiro delgado, sin ya tos. Se fue quedando dormida, como una niña perdida en...
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AudricVilar · M
La mirada ajena era casi felina en su haber, afilada e ineludible incluso en medio del turbio ambiente, pero aquellas escleras sanguinolentas y párpados perezosos no podían esconder el cansancio ni la intoxicación. No importa la fachada o el porte, la agresividad o la amabilidad—los ojos nunca mienten.
Movió la mandíbula de un costado a otro, vestigio de un tic que había aprendido a controlar, y terminó por chistar con la lengua mientras volvía a sonreír con aquella sorna con la que parecía desentenderse del mundo cada vez que algo le molestaba.
—Qué te jodan, entonces. Buena suerte amaneciendo con las vísceras de fuera en un callejón.
Dijo prácticamente para sí mismo, mientras volvía su atención a otro lado. Su intención era genuina, aun si sus modos eran lo suficientemente toscos para opacar la misma. Quiso volver a encerrarse en su mundo— en aquella lúgubre esquina—al servirse otro trago, pero se quedó corto con la botella ya casi vacía.
Movió la mandíbula de un costado a otro, vestigio de un tic que había aprendido a controlar, y terminó por chistar con la lengua mientras volvía a sonreír con aquella sorna con la que parecía desentenderse del mundo cada vez que algo le molestaba.
—Qué te jodan, entonces. Buena suerte amaneciendo con las vísceras de fuera en un callejón.
Dijo prácticamente para sí mismo, mientras volvía su atención a otro lado. Su intención era genuina, aun si sus modos eran lo suficientemente toscos para opacar la misma. Quiso volver a encerrarse en su mundo— en aquella lúgubre esquina—al servirse otro trago, pero se quedó corto con la botella ya casi vacía.
Helga1583834 · F
**Sus ojos bajaron de las gafas, eran como los de un gato, solamente que enrojecidos y bastante cansados, aún así, todo su rostro se forzó en una mueca de desagrado. Primero optó por ignorar su palabrería, posó sus ojos frente al vaso a medio llenar y renegó al ajeno, su accionar, su forma de ser. En su larga instancia por los bares nocturnos, estaba acostumbrada a esas interacciones, ella las ignoraba en demasía, por evitarse malos tiempos. Si una iba a un bar a beber es que se quería estar sola pero acompañada de cierta manera.
Juntó valor en esos segundos, y volvió a beber con fuerza. Caló ese whisky dentro de su garganta, que ya no podía más de ser palacio de cenizas y licor. Vaso ya vaciado, reclamó a la botella a su lado una nueva dosis. Esta fue vuelta a consumirse con la misma crueldad, pero eso si, indisimulable tos escapó de esa boca hinchada de labios rojos maquillados. Inevitable ante esa pequeña culpa, el que sus ojos fueran de nuevo a él**
Juntó valor en esos segundos, y volvió a beber con fuerza. Caló ese whisky dentro de su garganta, que ya no podía más de ser palacio de cenizas y licor. Vaso ya vaciado, reclamó a la botella a su lado una nueva dosis. Esta fue vuelta a consumirse con la misma crueldad, pero eso si, indisimulable tos escapó de esa boca hinchada de labios rojos maquillados. Inevitable ante esa pequeña culpa, el que sus ojos fueran de nuevo a él**
AudricVilar · M
Hizo una pausa para llenar su vaso de la botella que tenía enfrente. La barra, la entrada, el resto de las mesas—en eso, su mirada se cruzó con la de la única persona que parecía beber con el mismo ahínco, inclusive mayor. La frustración detrás de los copiosos tragos que la mujer daba era palpable, por lo que el hombre se limitó a sonreír de forma engreída, alzando levemente su vaso y agitándolo antes de bebérselo, retándole con una sorna casi infantil.
—¿Por qué no te lo tomas con una pizca de calma? Te harán pagarlo de un modo u otro, así te quedes inconsciente.
—¿Por qué no te lo tomas con una pizca de calma? Te harán pagarlo de un modo u otro, así te quedes inconsciente.
AudricVilar · M
Como era su costumbre, había escogido una de las mesas más apartadas, de cara al lugar y contra uno de los muros. "Nunca le des la espalda a la puerta". Era una de sus mayores manías, y la única forma en la que se permitía alterar y entumecer sus sentidos en un lugar como aquel; bajo una falsa ilusión de mantener cierto control en todo momento.
Entre trago y trago, sus ojos cansinos brincaban de forma incesante y discreta de un lado a otro, evaluando el lugar entre la humareda de tabaco que espesaba el aire y dificultaba la visibilidad en el ya de por sí mal alumbrado tugurio. La barra, la entrada—un hombre y una prostituta se marchaban—, el resto de las mesas.
Entre trago y trago, sus ojos cansinos brincaban de forma incesante y discreta de un lado a otro, evaluando el lugar entre la humareda de tabaco que espesaba el aire y dificultaba la visibilidad en el ya de por sí mal alumbrado tugurio. La barra, la entrada—un hombre y una prostituta se marchaban—, el resto de las mesas.
Helga1583834 · F
*No dijo nada en particular, sino que simplemente yacía en silencio. Cada quién en lo suyo, más le sorprendió que por primera vez en tiempo, alguien le ganaba en beber. Ya las sombras que quedaban estaban o derrumbadas o inhertes. Ella había decido embriagarse como cada noche de su viaje, aunque ya dejó de contar los vasos de whisky, una efigie parecía rivalizarle. Sin darse cuenta de la tontería de su acción, la mujer intentaba superarle.*