Austera y de pocas palabras, manteniendo esa característica siempre; un arma humana carente de sensibilidad. Pese a tener los ojos cubiertos ve perfectamente a su interlocutor, quién no ha retrocedido; cualquier otro se hubiera orinado los pantalones del miedo. Retirando poco a poco la hoja, la guarda en dicha funda.
— ¿Iguales?
Contesta a modo de pregunta o respuesta, para después afirmar con un simple, está bien. Mientras va a buscar a ese alquimista, que sea quién sea solo lo ve cómo animal al matadero.
**Se mantuvo quieto, no por miedo, ni por cautela, tan solo era su confianza proyectada en la misma calma. Incluso una burlona sonrisa se dibujaba en su rostro, aquellas palabras de advertencia no hacían efecto, incluso le parecía irónico aquel temperamento tan explosivo al mencionar y demostrar su falta de emociones, era evidente que no era como decía.
- Entonces que sea un acuerdo, como iguales...
Mencionó apelando a la diplomacia, lo hizo con profunda calma pues nada bueno proyectaba aquella sonrisa de él. El brillo en su mirada creció, incluso un pútrido aroma comenzó a aparecer. Chasqueó de nuevo sus dedos, y aquel cofre se desvaneció.
— No me des órdenes. Apuntando el filo de su arma el cual la hoja se ve impecable pese a su uso, da a notar que carece de emociones y que hace lo que le venga en gana. — No lo hago por dinero; tu dinero me da asco; entiendes. No le importa lo material, si no que vive por "amor" a la matanza, a erradicar lo que en su transtornada percepción de las cosas cree está correcto. — Cuida muy bien tus palabras conmigo. Patea dicho cofre sin importarle el contenido, marchando sólo a dónde ella ha ubicado ya a la presa.
**Su fría expresión prevaleció, por supuesto que no había medido sus palabras, casi nunca lo hacía. Sin importar la raza, cultura o procedencia, siempre se había acostumbrado ser quien daba las órdenes, no obstante, muchas veces solía abusar de ello sin darse cuenta.
Ante aquella agresiva postura de la mujer, su mirada comenzó a irradiar cierto brillo que acentuaba la misma, preparándose en caso de que aquella se atreviese a hacer algo en su contra. Estaba tranquilo, no había sido intimidado en lo absoluto, ya muchas veces aquellas advertencias habían sido contraproducentes para quienes las habían hecho.
- Será mejor que te apresures, el objetivo es escurridizo...
Esa mirada seria, se enfoca en su cliente quién al parecer no ha medido la magnitud de sus palabras, por menos ha hecho feroces carnicerías a lo que sin perder su calma se aproxima a este. Posando el pie zurdo en dicho cofre.
— No vuelvas a amenazarme, al enemigo no se le avisa y si intentas algo.....mis ojos serán lo último que vas a ver antes de que seas un saco de carne y huesos.
**Al igual que ella, el remordimiento era un sentir totalmente nulo en él, pues en su mente prevalecía la idea de "el fin justifica los medios", por lo tanto, estaba dispuesto a usar cualquier método para obtener lo que quería. No se tocaría el corazón y, de ser necesario quitar una vida prematuramente, lo haría.
- Te daré la mitad del pago por adelantado, y el segundo al final de tu misión. Pero si fallas, he de matarte yo mismo...
Agregó al tiempo en que chasqueó los dedos de su mano izquierda, y de manera inmediata, una sombra apareció entre ambos, una especie de neblina oscura y amorfa que surgió de la nada hasta adquirir la forma de un cofre lleno de joyas y oro, como aquellos que aparecían en las películas de piratas.**
El tenue silencio, se mantuvo firme; no tiene remordimiento ni tampoco le interesa los motivos que tenga su cliente. Para ella todo se trata de dinero, al tomar el sobre ve el nombre y dirección para después hacer añicos el papel.
— Memorizado, eliminando evidencia.
Tal parece ser en verdad una arma, un ser carente de sentimientos y cuyo móvil es asesinar. Pues es neutral, no apoya causas y su filosofía de vida le ayuda a estar en ese sendero sinuoso u sangriento.
**Mantuvo un gélido silencio ante la respuesta de aquella asesina con apariencia angelical, aguardó con dicho silencio unos segundos, para después hurgar en el interior de aquel abrigo hasta extraer un sobre de un amarillento color.
- Sus nombres son Nicolas Flamel, un viejo alquimista que ha encontrado el elixir de la vida eterna, y su esposa: Perenelle Flamel... residen al parecer en la ciudad de San Fransisco, California... Mátalos, pues representan un gran peligro.
Dentro de aquel sobre encontraría un poco más de información de aquella pareja, al igual que su dirección al respecto.**
— Lo puedo hacer incluso hasta gratis, lo único que no mató son mujeres, niños o ancianos.
Manteniendo esa larga espada lista para usarla contra quién sea; que no esté dentro de sus términos puede ser..... eliminado sin piedad, sin reparó y sin remordimiento.
- Créeme... el Oricalco será el menor de los problemas, es más complicado de matar que una cucaracha.
Rascó un poco su barbilla en un gesto muy típico al pensar en el precio de aquel trabajo, casi siempre terminaba traicionando y/o asesinando a los que trabajaban para él, pero tal vez solo esta ocasión respetaría el precio de aquella labor.
