El guardaespaldas que le había dado la bienvenida a Siohban se detuvo ante una puerta que habría abierto, que pasaba por detrás de aquel edificio y sin duda le permitía un vistazo a ambos Siobhan y Carter de aquel hermoso club lleno de excesos. Luces neones por todas partes, siete habitaciones temáticas de cada uno de los pecados, y claro en el balcón se notaba la figura de su dueño cual silueta. Carter fue detenido, y entonces una chica con aspecto frágil y frío se acercó a la fémina de pálidos cabellos susurrando. —Solo uno puede entrar.
— Supongo que retomaremos lo dicho anteriormente, y pues mientras tomaba en cuenta el valor de vuestra vida, a comparación del suceso con esa bestia caótico, también considerando los hechizos gastados, y el hecho de que esa criatura muy probablemente haya sido manipulado por ente hostil caótico...—
Dijo haciendo sumas y restas mentales, cómo si su mente estuviese calculando el precio, restando el hecho de que había acabado con un enemigo mutuo, pero también había salvado su vida y su negocio. Asmodeus solía tomar precios más en simbolismo que en oro, por decirlo figurativamente, los menos creativos ofrecían sus almas, pero siempre le agradaba ofrecer costos más versatiles, ya que a él no le importaba a quién quebraba o ayudaba, la mayoría salía sonriendo pero agotados de su transacción.
— Quisiera invertir en vuestra compañía como un asociado, Ms. Martin. Ganar alguna tajada de ello, y a cambio podría encargarme de situaciones así. —
