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AsLeer · M
quererlo.
Creo que yo a veces no soy yo. Pero debe de ser todo un sueño dentro de un sueño, ¿no?
Creo que yo a veces no soy yo. Pero debe de ser todo un sueño dentro de un sueño, ¿no?
AsLeer · M
Tan desaliñada, sucia. Quise deshacerme de ella para no seguirla viendo. De pronto todo se puso negro y desperté. La sensación de que había sido todo un sueño me calmó la tensión en los músculos, jamás fui tan feliz; sin embargo, había un resquicio de duda que, sabía, no iba a dejarme en paz en todo el día en caso de no quitármela de encima. Caminé hasta el baño que en mis sueño había sido usado por aquella mujer y revisé cada rincón en búsqueda de alguna prenda femenina o de algún olor femenino pero no pude encontrar otra cosa que no fuera la luz del día colarse por mi ventana abierta. Me estiré frente al espejo, listo para prepararme para la ducha cuando un ardor me atravesó la espalda al recobrar mi postura, solamente faltó que me diera la vuelta y mirara al reflejo para comenzar a sudar frío: varios surcos rojizos me delineaban la columna. Cuando subí la cabeza el yo en el espejo me devolvió la mirada desencajada por la tristeza y una sonrisa que no podía borrar a pesar de [...]
AsLeer · M
caderas seguían danzando entre sus piernas pero, ¿el jurado me creería eso? Por supuesto que no. Recuerdo su sonrisa al notar que me gustaban esos juegos y, después, su mirada de confusión cuando no la solté después de que dijo que no podía respirar. ¡Quise hacerlo, lo juro! Mi cuerpo ya no era mío, no me pertenecía, tuve la sensación de estar soñando y así me lo expliqué a mí mismo: era una pesadilla, un sueño erótico que se transformó en algo terrible. ¿No es eso lo que las madres les dicen a los hijos para que no se toquen indebidamente?
Ella luchó para sobrevivir y me molestó tanto cuando por sus movimientos me obligó a salir de su interior, que apreté aún más para que se calmara. Después volví a mi labor hasta culminar con mi deseo e inundar su interior; para cuando acabé –o ese otro yo acabó– ella había dejado de moverse y su mirada había perdido el brillo. Ahora no se parecía a ella. Ahora ya no era como la recordaba. [...]
Ella luchó para sobrevivir y me molestó tanto cuando por sus movimientos me obligó a salir de su interior, que apreté aún más para que se calmara. Después volví a mi labor hasta culminar con mi deseo e inundar su interior; para cuando acabé –o ese otro yo acabó– ella había dejado de moverse y su mirada había perdido el brillo. Ahora no se parecía a ella. Ahora ya no era como la recordaba. [...]
AsLeer · M
¡Justo así!, ¡seguro que así se veía ella! El sonido de mis dedos hurgando en su interior se volvió más agresivo conforme mi respiración se agitaba, ella trató de detenerme pero su espalda no paraba de arquearse así que solamente le quedó gozar. Estoy seguro de que le hice daño, un poco, cosa de nada; cuando su primer orgasmo llegó yo dejé atrás cada límite que me había puesto y sin esperar por su aprobación me colé entre sus muslos para completar la unión por la que mi cuerpo rogaba. Estaba tan tibia y se cernía tan bien a mí que no pude evitar jadear, el ardor llegó a mi espalda cuando sus uñas se aferraron a mi piel y, al verla, no pude desear otra cosa que no fuera matarla de placer ahí, en ese instante.
Pero no, tenía que ser paciente. El calor de su piel desaparecería si le hacía daño y su aguda voz se apagaría para siempre. Me di cuenta tarde de la idea que me estaba planteando y puedo jurar que no era yo cuando llevé mi mano a su cuello para apretarlo mientras mis [...]
Pero no, tenía que ser paciente. El calor de su piel desaparecería si le hacía daño y su aguda voz se apagaría para siempre. Me di cuenta tarde de la idea que me estaba planteando y puedo jurar que no era yo cuando llevé mi mano a su cuello para apretarlo mientras mis [...]
AsLeer · M
Hice de su femineidad el lienzo de mis lamidas, succiones y tenues mordidas; me jacté de saber lo que hacía cuando encontré el botón que la enloquecía y apliqué mis labios a consentirlo y tirar de este; sus manos se paseaban por mi cabello, tirando mientras gemía y rogaba que parara, que le diera el placer para el que yo había pagado, como si en realidad ella fuera la clienta y yo el sirviente. No me molestó, era lo que quería, hice como si quisiera complacerla. Me encimé nuevamente sobre su cuerpo, la belleza de sus pupilas dilatadas y su rostro brilloso me dejaron complacido, pero no lo suficiente como mi psique lo quería.
Primero fue un dedo, luego fueron dos, después tres. Ella esperaba recibirme pero yo no quería que nada me distrajera de su expresión; casi hiperventilé cuando su rostro se descompuso y el placer tuvo lugar en sus facciones. [...]
Primero fue un dedo, luego fueron dos, después tres. Ella esperaba recibirme pero yo no quería que nada me distrajera de su expresión; casi hiperventilé cuando su rostro se descompuso y el placer tuvo lugar en sus facciones. [...]
AsLeer · M
por el costado de su cuello, sus hombros y el contorno de sus senos. Ni siquiera supe el momento en el que la lancé a mi cama, pero pronto me encontré degustando su estómago, su ombligo y su vientre. El olor a sal del sudor de su cuerpo por haber bailado toda la noche era un aderezo que a mis papilas encantaba y que combinó tan bien con la dulzura de sus pétalos femeninos. Apenas necesité un roce con mi boca para que ella se derritiera y rogara por más.
Mi mirada subió para tratar de encontrarse con la suya. Necesitaba ver su expresión y compararla con la de la otra mujer pero la posición no me permitió echarle un vistazo a su rostro; mis manos comenzaban a temblar y yo sabía que de verdad debía encontrar la respuesta a esa incógnita pero no quise dejar mi trabajo a medias, ¿por orgullo? Aún ahora mismo no lo sé. [...]
Mi mirada subió para tratar de encontrarse con la suya. Necesitaba ver su expresión y compararla con la de la otra mujer pero la posición no me permitió echarle un vistazo a su rostro; mis manos comenzaban a temblar y yo sabía que de verdad debía encontrar la respuesta a esa incógnita pero no quise dejar mi trabajo a medias, ¿por orgullo? Aún ahora mismo no lo sé. [...]
AsLeer · M
y piernas largas junto con un par de muslos apetitosos.
Sus manos se deshicieron de mi traje con experiencia y rapidez. Me pidió que le permitiera ir al tocador primero y yo le dije que sí, le indiqué dónde se encontraba el del primer piso y luego le señalé mi habitación, lugar donde la esperaría. Cuando cruzó el umbral de mi puerta la luz de las farolas que se colaba por la ventana le dio un aura angelical y pude notar que su propósito había sido ir a perfumarse más; me volví loco al aspirar su fragancia y sin pudor me situé detrás suyo para morder su hombro con suavidad, degustando la tersura de su piel y escuchando su primer jadeo al posar mis manos en ambas cumbres y explorarlas con el largo de mis dedos. El tono pálido de su cuerpo pronto se volvió uno rosáceo, no pude evitar preguntarme si el de “ella” sería así también… Inmediatamente me di asco nuevamente pero la lujuria me impidió detenerme; para callar mis pensamientos me di a la tarea de pasar la punta de mi lengua [...]
Sus manos se deshicieron de mi traje con experiencia y rapidez. Me pidió que le permitiera ir al tocador primero y yo le dije que sí, le indiqué dónde se encontraba el del primer piso y luego le señalé mi habitación, lugar donde la esperaría. Cuando cruzó el umbral de mi puerta la luz de las farolas que se colaba por la ventana le dio un aura angelical y pude notar que su propósito había sido ir a perfumarse más; me volví loco al aspirar su fragancia y sin pudor me situé detrás suyo para morder su hombro con suavidad, degustando la tersura de su piel y escuchando su primer jadeo al posar mis manos en ambas cumbres y explorarlas con el largo de mis dedos. El tono pálido de su cuerpo pronto se volvió uno rosáceo, no pude evitar preguntarme si el de “ella” sería así también… Inmediatamente me di asco nuevamente pero la lujuria me impidió detenerme; para callar mis pensamientos me di a la tarea de pasar la punta de mi lengua [...]
AsLeer · M
resbalando por mis dedos me terminó por atrapar como una enredadera, poniendo punto final a mi decisión.
Para ser una chica de club —me negaba a llamarla de forma despectiva, ¿quién era?, ¿mi padre?— sus modales eran impecables. Había propiedad en su hablar, erotismo en el contoneo de sus caderas, amabilidad al tratar conmigo cuando íbamos llegando a mi hogar. Se sorprendió por la cantidad de seguridad que mi casa tenía, pero no pareció incomodarla; al contrario, su sonrisa se hizo más amplia al notar que no solamente era un chico con dinero sino que era el dueño del mismo y de un gran negocio también. Me dijo que era el premio mayor de entre todos los hombres a los que les había servido: joven, atractivo, adinerado y caballeroso. No tuve que desnudar su cuerpo pues cuando menos me di cuenta ella misma estaba quitándose el vestido, ¡y bendita la hora en que lo hizo! Su cuerpo al desnudo era aún mas hermoso: dos montes perfectos y redondos, caderas que se amoldaban a mis [...]
Para ser una chica de club —me negaba a llamarla de forma despectiva, ¿quién era?, ¿mi padre?— sus modales eran impecables. Había propiedad en su hablar, erotismo en el contoneo de sus caderas, amabilidad al tratar conmigo cuando íbamos llegando a mi hogar. Se sorprendió por la cantidad de seguridad que mi casa tenía, pero no pareció incomodarla; al contrario, su sonrisa se hizo más amplia al notar que no solamente era un chico con dinero sino que era el dueño del mismo y de un gran negocio también. Me dijo que era el premio mayor de entre todos los hombres a los que les había servido: joven, atractivo, adinerado y caballeroso. No tuve que desnudar su cuerpo pues cuando menos me di cuenta ella misma estaba quitándose el vestido, ¡y bendita la hora en que lo hizo! Su cuerpo al desnudo era aún mas hermoso: dos montes perfectos y redondos, caderas que se amoldaban a mis [...]
AsLeer · M
cantaron a mi oído. Era ella, al diablo las creencias, por esa noche sería ella.
Le pregunté en cuánto me saldría poder adorarla como era debido y ella respondió tres precios: quinientos dólares por diez minutos, seiscientos si quería que usara su boca y mil por toda la noche, el precio de la habitación de hotel también iba por mi cuenta o, si la llevaba a casa, tendría que pagar su transporte de regreso. Me lo pensé unos segundos y ella debió haber notado mi duda porque dijo que por ser un caballero me daría un descuento del diez por ciento; como si regatear sobre su propio cuerpo fuera una cosa de diario para ella –y tristemente así parecía ser—, yo me encontré pensativo; no por el dinero que gastaría esa noche sino porque una voz en mi cabeza me dijo que la llevara a mi casa. Desde hacía un tiempo que sabía que hacerle caso a esa otra persona dentro de mí era peligroso, podía adivinar el final con facilidad. Aún así no hice nada para evitarlo. Su melena [...]
Le pregunté en cuánto me saldría poder adorarla como era debido y ella respondió tres precios: quinientos dólares por diez minutos, seiscientos si quería que usara su boca y mil por toda la noche, el precio de la habitación de hotel también iba por mi cuenta o, si la llevaba a casa, tendría que pagar su transporte de regreso. Me lo pensé unos segundos y ella debió haber notado mi duda porque dijo que por ser un caballero me daría un descuento del diez por ciento; como si regatear sobre su propio cuerpo fuera una cosa de diario para ella –y tristemente así parecía ser—, yo me encontré pensativo; no por el dinero que gastaría esa noche sino porque una voz en mi cabeza me dijo que la llevara a mi casa. Desde hacía un tiempo que sabía que hacerle caso a esa otra persona dentro de mí era peligroso, podía adivinar el final con facilidad. Aún así no hice nada para evitarlo. Su melena [...]
AsLeer · M
con dinero. Y yo sabía que no, que su ignorancia era más grande que sus narices; en el mundo real bastaba con astucia para lograr tus cometidos, sobre todo si sabías elegir correctamente a la presa.
Juro que jamás fue mi intención acercarme a ella, pero pequé de clavar mi vista en sus verdosos ojos el tiempo suficiente para que se percatara de que yo existía. Debió pensar que era un posible cliente que pagaría demasiado bien y no se equivocó, un baile sobre mis piernas y mi libido se disparó tanto que perdí el aire. Me sentí asqueado de mí mismo cuando me atreví a deslizar mis manos por su trabajada silueta, acariciando las lentejuelas del traje barato que portaba, pero que en ella lucía como el vestido más fino sobre el cuerpo de una Diosa; pude ver su pícara sonrisa formarse a pesar de los labios tan delgados que tenía y, al igual que su ornamento, su mirada se iluminó y coros de ángeles caídos [...]
Juro que jamás fue mi intención acercarme a ella, pero pequé de clavar mi vista en sus verdosos ojos el tiempo suficiente para que se percatara de que yo existía. Debió pensar que era un posible cliente que pagaría demasiado bien y no se equivocó, un baile sobre mis piernas y mi libido se disparó tanto que perdí el aire. Me sentí asqueado de mí mismo cuando me atreví a deslizar mis manos por su trabajada silueta, acariciando las lentejuelas del traje barato que portaba, pero que en ella lucía como el vestido más fino sobre el cuerpo de una Diosa; pude ver su pícara sonrisa formarse a pesar de los labios tan delgados que tenía y, al igual que su ornamento, su mirada se iluminó y coros de ángeles caídos [...]
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